Para que la que la catequesis de adultos tenga éxito, pienso que, es muy importante la organización previa en vista a preparar toda la logística de la catequesis. Los adultos de hoy, vienen con nuevas interrogantes, inquietudes, problemas, sufrimientos, luchas, alegrías, esperanzas que hay que atender. Y como Iglesia estamos obligados a acompañar a la persona en esta etapa de su vida. Hay que buscarlos e invitarlos a acercarse a la parroquia a recibir formación, más que para recibir un sacramento que le falte, que pueda iluminar su vida, encontrarle sentido a la situación que está viviendo y que pueda conocer y acercarse a la persona de Jesucristo.
Por tanto, la catequesis de adultos debe preparar bien este momento, sobre todo, en lo que se refiere a la acogida. El adulto debe sentirse a gusto, en un ambiente comunitario fraterno y de alegría. Como se dice, “la primera impresión es lo importante”. Ya desde el primer día hay que mostrar un clima de confianza, que se sientan parte del proyecto.
Lamentablemente, tenemos tan estructurados los planes de trabajo y algunas veces, son planes tan rígidos, que simplemente se cumple con un guion cada semana para dar la catequesis, pero no hay espacios para compartir, dialogar, fraternizar.
A los adultos hay que decirles lo que se piensa realizar con ellos y que puedan aportar también ideas, o temas que quisieran que se tratara porque a partir de esos temas también se puede vincular con lo que se tenía planeado en el proyecto catequético. O sea, partir de los intereses y realidad de la persona para que se sienta atraído cada día a venir a la formación porque estará convencido que encontrará una fuente donde saciar sus inquietudes y cansancios de la vida.
Es importantísimo preparar, formar a los catequistas y animadores para realizar esta misión. Hay personas de muy buena voluntad que están dispuestas a servir como catequistas pero no se dan los espacios suficientes para una “seria” formación para ellos.