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Al elegir carrera hay que hacer la pregunta correcta

Al elegir carrera hay que hacer la pregunta correcta

De una buena elección de carrera, de oficio o profesión, hecha con criterio sobrenatural, dependerá en gran parte la felicidad o desgracia de la vida.

Así lo manifiesta siempre monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá. Si eliges mal, serás infeliz. No importa si la elección es el sacerdocio, la vida consagrada, el matrimonio o la soltería. La clave está en discernir con Cristo en el centro de la ecuación.

Encrucijada

La elección de carrera es la más importante decisión que tiene que abordar un joven. Con razón se afirma que todo el porvenir de un hombre depende de dos o tres “sí”, dos o tres “no” que responde un joven entre los quince y los veinte años.

La mayor parte de los jóvenes, por desgracia, no enfocan seriamente este problema, o al menos no lo toman desde el punto de vista cristiano.

A los padres de familia, quienes son los que más presión hacen en los jóvenes en torno a este tema, lo que más les importa es que la carrera, oficio o profesión que tomen sus hijos “tenga salida”, es decir, que produzca dinero.

Algunos muchachos y muchachas también siguen este criterio. Muchos se deciden a ser ingenieros,o médicos, porque les gusta más, o porque estas carreras dan más dinero. Escogen leyes o comercio porque son más fáciles y les dejan más tiempo. Siguen las carreras industriales porque se ven menos concurridas todavía y tienen más porvenir económico.

Y, sin embargo, de una buena elección de carrera, hecha conmcriterio sobrenatural, dependerá en gran parte la felicidad de la vida.

La paz de la conciencia, la alegría de corazón; o bien turbaciones, tristezas, desfallecimientos, serán el premio o el castigo. 

Juan Enrique Newman, presbítero anglicano convertido al catolicismo y ya en los altares, puesto en una de las encrucijadas más trascendentes de su vida, escribió este hermoso pensamiento: «Guíame, luz bondadosa. No te pido que me ilumines toda la senda, pero ilumíname paso a paso. Tú sabes, Señor, que nunca he pecado contra la luz».