Arzobispo recordó el respeto a los códigos de ética contemplados en el derecho a la información

Arzobispo recordó el respeto a los códigos de ética contemplados en el derecho a la información

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En la Solemnidad de la Ascensión del Señor se celebra, desde el Concilio Vaticano II, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y es la muestra de que la Iglesia valora muy positivamente los medios de comunicación, porque, además, los necesita para cumplir su misión de anunciar el Evangelio al mundo entero.

El Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, explicó que establece esta jornada para invitarnos a tomar con gran interés los medios de comunicación, a utilizarlos debidamente, a orar por los profesionales de la comunicación y a apoyar económicamente los medios que colaboran a la correcta información, a la ordenada formación, al diálogo sincero y respetuoso, al sano entretenimiento y a la evangelización. 

Para el Arzobispo es de especial importancia, ahora en este tiempo de pandemia, el rol de los medios. Además, es vital para la población que busca información verídica sobre la nueva enfermedad que atemoriza al mundo y, por ende, deben trabajar para el bien común de los individuos en una situación tan particular.

Apeló a la ética periodística en la cobertura de la pandemia. “Hay que entender que no son replicadores de estudios científicos, sino que han de hacer un trabajo de ponderación sobre nuevos descubrimientos, es vital en tiempos de pandemia llevar a cabo unas coberturas responsables, porque estamos hablando de vidas humanas y cada dato erróneo que se brinda tiene un impacto equivocado en la vida de las personas”. 

Advirtió sobre el uso de las redes que cumplen no solamente un rol informativo, sino también un nocivo papel de desinformación y alarma, con mensajes que se reproducen con la misma fuerza arrasadora de la pandemia, aunque también –dijo- actúan como catarsis, en algunos casos, siempre que no caigan en la banalización que provoca la subestimación o sobreestimación de un monstruo que tiene que ser resistido. 

Aconsejó que en tiempos de fake news y coronavirus es menester activar la duda y preguntarse si las noticias o memes que circulan serán ciertas, o no. “Los pulgares no pueden dominar a las mentes”, indicó.

Insistió en que un factor comunicacional clave, en estas situaciones de incertidumbre, es la información adecuada, pertinente, orientadora y oportuna, que es imprescindible recuperar de las prácticas tradicionales del periodismo, el sentido de la noticiabilidad para la información con veracidad, respetando los códigos de ética, contemplados en el derecho a la información.

Y centrándose en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, comenzó por aclarar que no es una fiesta de despedida y mucho menos una fiesta de tristeza o soledad, sino todo lo contrario, es una fiesta de alegría y de esperanza, como lo expresaron los apóstoles que «regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios».

Dijo que, con su Ascensión, se sienta a la derecha de Dios Padre, y también nuestro final será una ascensión, un triunfo porque superaremos nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras miserias y pecados de toda nuestra vida.  Jesucristo, ha subido al cielo el primero y ha subido para prepararnos un sitio en el cielo.

Queridos hermanos, en esta fiesta de la Ascensión contemplemos a Jesús en el cielo como el horizonte que nos impulsa a caminar, a prolongar su estilo de vida y su Reino y que nos motiva a seguir comprometiendo nuestra fe en la construcción de un mundo mejor y a mantener vivo el estilo evangélico. 

A continuación, el texto completo de la Homilía desde la Capilla del Seminario Mayor San José.

Homilía Ascensión del Señor a los cielos

Mons. José D. Ulloa M.

Jornada Mundial de las comunicaciones 2020 

Hermanos y hermanas:

 En la Solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra también, desde el Concilio Vaticano II, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. La Iglesia, que valora muy positivamente los medios de comunicación, porque, además, los necesita para cumplir su misión de anunciar el Evangelio al mundo entero, establece esta jornada para invitarnos a tomar con gran interés los medios de comunicación, a utilizarlos debidamente, a orar por los profesionales de la comunicación y  apoyar económicamente los medios que colaboran a la correcta información, a la ordenada formación, al diálogo sincero y respetuoso, al sano entretenimiento y a la evangelización.

En este mundo, especialmente en este tiempo de pandemia nos dice el papa Francisco: los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. A cumplir con su noble misión de crear conciencia, de contribuir a un clima de paz, de construir una cultura del encuentro con el otro, de proyectar las diferencias como una riqueza en la unidad de un país, en recuperar nuestro sentido de pertenencia y responsabilidad que tenemos todos, cada uno desde su realidad, de construir un mejor Panamá. Los medios están llamados a ser los ojos, oídos y muchas veces hasta la voz de nuestros pueblos para así estimular una ciudadanía activa y participativa.

Los medios de comunicación pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, Internet, que nos ofrece mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios.

Somos conscientes que los medios de comunicación, las agencias publicitarias y de relaciones públicas están atravesando, al igual que todas las industrias, un momento especial debido a la pandemia. Su rol, sin embargo, es vital para la población que busca información verídica sobre la nueva enfermedad que atemoriza al mundo y, por ende, deben trabajar para el bien común de los individuos en una situación tan particular.

Por eso, cuán importante es siempre, pero especialmente en estos momentos la ética periodística en la cobertura de la pandemia. “Es un momento para estar en alerta permanente, donde el rol como periodistas debe estar muy agudo, muy certero y colaborativo. Hay que entender que no son replicadores de estudios científicos, sino que han de hacer un trabajo de ponderación sobre nuevos descubrimientos, es vital en tiempos de pandemia llevar a cabo unas coberturas responsables: “Estamos hablando de vidas humanas y cada dato erróneo que se brinda tiene un impacto equivocado en la vida de las personas.

Como comunicadores hemos de ser conscientes de que, no todo vale, pues, como toda actividad humana, también el uso de los medios de comunicación –en los ya clásicos, como prensa, radio, teléfono, cine, televisión, y en los más modernos, como vídeo, ordenador, Internet, móvil…– ha de estar regulado por la ética. Los medios han de conducir a su fin y nunca el medio puede convertirse en el fin, o absorber la vida como algo absoluto, o crear adicción.

La televisión y la radio, antes que grandes análisis de especialistas (lo que es necesario en espacios especializados para públicos interesados), deben abundar en la exposición didáctica de las medidas de previsión, prevención y posible solución.

En nuestros tiempos, las redes cumplen no solamente un rol informativo, sino también un nocivo papel de desinformación y alarma, con mensajes que se reproducen con la misma fuerza arrasadora de la pandemia. Actúan como catarsis, en algunos casos, siempre que no caigan en la banalización que provoca la subestimación o sobreestimación de un monstruo que tiene que ser resistido. En tiempos de fake news y coronavirus es menester activar la duda y preguntarse si las noticias o memes que circulan serán ciertas, o no. Los pulgares no pueden dominar a las mentes.

Y como las redes sociales no se someten al derecho a la información, sino que se regocijan en el mundo de la libertad de expresión, con fuertes desviaciones de libertinaje, para que cumplan un rol de orientación, del mismo modo que los otros medios, deben ser alimentados con mensajes que orienten, informen y sean útiles para enfrentar responsablemente los impactos nocivos del coronavirus y su expresión en el Covid-19. Por eso que necesario es hacer tendencia con los mensajes que acompañan soluciones.

Información trascendente, para garantizar la vida

Un factor comunicacional, clave en estas situaciones de incertidumbre, es la información adecuada, pertinente, orientadora y oportuna. Para desarrollarla, es imprescindible recuperar de las prácticas tradicionales del periodismo, el sentido de la noticiabilidad para la información con veracidad, respetando los códigos de ética, contemplados en el derecho a la información, siguiendo disciplinadamente el cumplimiento de principios como

Desde esta perspectiva, celebramos esta gran fiesta de la Ascensión del Señor, que no es una fiesta de despedida y mucho menos una fiesta de tristeza o soledad, sino todo lo contrario, es una fiesta de alegría y de esperanza, como lo expresaron los apóstoles que «regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios».

Esta fiesta nos debe llenar de alegría y optimismo porque con esta fiesta se ilumina el objetivo de nuestra vida, por qué y para qué estamos viviendo; nos debe llenar de esperanza y de certeza ya que la fiesta de la Ascensión nos muestra el camino hacia “la tierra prometida”, “la casa definitiva”, la felicidad que andamos buscando.

Con esta fiesta se nos da la respuesta a la pregunta: ¿Cómo acabó el destino de Jesús?  Con su Ascensión al cielo, sentándose a la derecha de Dios Padre.  Pero también se nos da la respuesta la pregunta: ¿Cuál será el destino de mi vida? ¿cuál será el final de esa película que es mi vida?  Con una ascensión al cielo.

Nuestro final será una ascensión, un triunfo porque superaremos nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras miserias y pecados de toda nuestra vida.  Jesucristo ha subido él primero al cielo y ha subido para prepararnos un sitio.

Lo de aquí abajo, la vida en la tierra es provisional.  Lo de aquí abajo, en palabras de Santa Teresa, es tan solo “una mala noche en una mala posada”.  Lo de allá arriba, lo del cielo, no es una posada; es un palacio, una auténtica casa de lujo y es Dios quien nos recibe; no es un simple gerente, es Dios mismo el que nos prepara el lugar para nuestra estancia por toda la eternidad.

No juzguemos a Dios hasta el final, hasta que conozcamos el bien que es capaz Dios de sacar de todo este mal y dolor que nos rodea.  Recuerden que una madre da a luz con dolor, da a luz y todo se olvida cuando tiene a su hijo entre sus brazos.  Así actuará Dios a su tiempo.

La Ascensión es una llamada de atención a nuestra pasividad, es una llamada de atención a todos aquellos que lo esperan todo del cielo, con los brazos cruzados, sin hacer nada, pero metiéndose en todo.

Los cristianos somos enviados para hacer presente a Cristo en medio de la familia, en la sociedad, en la economía, en la política; somos enviados a hacer realidad el proyecto de vida de Jesús para nuestro mundo. 

Cada uno de nosotros debe perfeccionar y dignificar su pequeño mundo en el que vive, aquello que está a su alcance y así nuestro mundo cambiará.

No permitamos que sean otros los que decidan por nosotros lo que tenemos que hacer para resolver nuestros problemas.  Somos nosotros los que tenemos que tomar esa responsabilidad.

Debemos trabajar por los derechos humanos de todo hombre y mujer; trabajar para que haya más seguridad en nuestras calles, para que se acabe la violencia, el desempleo y la contaminación que amenaza nuestras vidas y nuestro planeta.

Como cristianos debemos asumir nuestras responsabilidades, dejándonos iluminar por Dios. La Ascensión es la fiesta de la tierra, es la fiesta de la esperanza, es la fiesta del compromiso con este mundo y con sus gentes, es la fiesta para que hagamos presente a Cristo en nuestro mundo llevando a cabo la misión que nos ha encomendado.

Queridos hermanos, en esta fiesta de la Ascensión, contemplemos a Jesús en el cielo como el horizonte que nos impulsa a caminar, a prolongar su estilo de vida y su Reino y que nos motiva a seguir comprometiendo nuestra fe en la construcción de un mundo mejor y a mantener vivo el estilo evangélico. Sin meta, no se camina. Si no se camina, no se va a ninguna parte.

 

PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos por Panamá -Quédate en casa.

 

†  JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ