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Asignaciones escolares en casa ¿Quién las hace?

Asignaciones escolares en casa ¿Quién las hace?

TAREAS. Miden el aprendizaje del niño, no los conocimientos y talentos de los padres.  

Prof. Montgomery A. Johson Mirones

El hogar siempre ha sido la primera escuela, la primera iglesia doméstica. Los padres de familia han sido los primeros maestros y catequistas.  En esta coyuntura histórica, pareciera que estamos regresando a nuestras bases, pero hay límites que debemos establecer para prevenir confusiones que entorpecerán más que ayudar.

En primer lugar, las tareas son positivas, siempre y cuando cumplan algunas especificaciones pedagógicas. Deben cumplir con un objetivo académico claro, no es mandar por mandar. La necesidad de enviar una asignación domiciliaria puede variar de materia en materia, y entre los distintos niveles. 

Aquellas materias más científicas y exactas podrían incluir la necesidad de practicar conocimientos en casa y afianzar contenidos.  Otras materias del espectro más humanista y social podrían reflejar la necesidad de adelantar investigaciones, leer en casa, conseguir materiales o incluso hasta entrevistar personas y preparar una producción audiovisual como proyecto de clase.  En todo caso, las asignaciones en equipo no deben tener jamás la necesidad de reunirse en casa ajena, sino en la escuela que es su lugar.

En otro caso, las tareas son positivas cuando sean de calidad y de cantidad. No hay ganancia pedagógica en asignar tantas tareas al estudiante, de modo que convierta la casa en la escuela (aunque en nuestras circunstancias hay ciertas similitudes).  Cada docente podrá seguir su línea pedagógica, pero pedirle a un niño que haga en casa lo que podría, y debería hacer en la escuela, no tiene un sentido claro, salvo el “ahorrar tiempo en clase”.  Si esto fuera verdad, significa que debemos revisar como maestro cómo estamos optimizando la organización de mis actividades en aula. Algunos papás claman por más tareas para prevenir que sus hijos caigan en actividades de ocio no sanas ni productivas, pero quizá es síntoma de un manejo inadecuado de mecánica familiar. 

El exceso en cantidad de asignaciones domiciliarias, si no están bien explicadas y sustentadas, conlleva un aumento de niveles de ansiedad que son innecesarios; y el riesgo que sean los padres quienes tengan que hacer las tareas, hecho que a mi juicio tiene graves consecuencias para el niño, no solo porque pierde aprendizaje, sino que le resta responsabilidad y sentido del deber de resolución de problemas.  

El maestro quiere poder medir el aprendizaje del niño, no los conocimientos y talentos de los padres.  Para ser más claro, para hacer alguna investigación o proyecto, el maestro ha de obligarse en enviar previamente una rúbrica de evaluación, y sugerir una bibliografía o infografía apropiada. El hecho que un estudiante pueda improvisar con algún material, o pueda conseguir una información necesaria, por sí mismo, indica que está aprendiendo para la vida: a sobrellevar los obstáculos.

Es importante señalar como otro condicionante, que las tareas, en circunstancias normales, cuando trata de un hacer algo, no debería ser tomado en cuenta como nota sumativa.  Esto porque su realización no está bajo la supervisión directa del maestro, y este desconoce los medios en las que el niño las haya realizado o dejado de hacer.

Las tareas o asignaciones domiciliarias siempre han de hacerse adecuada a la edad del niño.  En edades tempranas, y para casi toda la primaria, la prioridad del niño debería ser crecer en valores y habilidades sociales que necesitará para el resto de su vida si desea ser un ciudadano eficaz, aprender jugando y explorando pedagógicamente, sin confundir lo ameno con lo ridículo.

Consejos para la casa

***. – En casa se hace menester respetar los espacios de cada uno. Los padres no son los especialistas en pedagogía; y los pedagogos en ninguna circunstancia pueden reemplazar las responsabilidades inalienables de papá o mamá.  

***. – En términos generales y “normales”, al llegar a casa, el niño debe dejársele ser niño, hijo y hermano. Tiene derecho a una vida social, tener pasatiempos, y colaborar con los quehaceres domésticos. 

***. – ¿Qué significa esto? Que hoy más que nunca, la “tarea” que está pendiente de aprobación, es que aprendamos a ser, y hacer, más familia. Dediquémosle el tiempo y calidad que a gritos lo pide.