La comunidad de El Escobal, jurisdicción pastoral de la Parroquia San José de Chiriquí Grande, celebró su fiesta patronal el pasado domingo de Pascua, dedicado a la Divina Misericordia, en virtud de las peticiones transmitidas por Santa Faustina Kowalska. El Padre José March relata su experiencia vivida durante esta visita.
Para llegar a esta comunidad distante del ambiente urbano, hay que adentrarse entre la naturaleza, atravesando a pie, inclinaciones y planicies propias de la geografía bocatoreña, por alrededor de una hora.
Este camino rural que representa una de las huellas dejadas por el conocido Padre Corpus (OAR), se ha ido deteriorando con el pasar de los años, convirtiéndolo en un anhelo comunitario que facilite el acceso de sus habitantes.
Al llegar, bajo un sofocante sol, se pudo constatar la alegría de una comunidad que esperaba el mensaje del Señor Jesús. En una pintoresca capilla dedicada a la Divina Misericordia, con niños, jóvenes y adultos dispuestos a celebrar su fe, se desarrolló el encuentro fraterno en torno al altar del Señor.
Monaguillos de toda la parroquia, aspirantes al Sacramento de la Confirmación y laicos al servicio del Señor y de su iglesia provenientes de distintas comunidades, acompañaron a su sacerdote en esta importante misión- celebración.
Durante la homilía, el Padre desarrolló el mensaje del evangelio de este domingo y contrastó algunas particularidades de esta fiesta. Compartió con todos los presentes el significado de los rayos que brotan del corazón de Jesús, y asoció con ello uno de los mensajes de la Pascua: renacer desde el agua y del Espíritu de Dios.
Al finalizar la Eucaristía, todos participaron de una pequeña procesión con la imagen de la Divina Misericordia en los alrededores de la capilla, animada por cantos y por supuesto, de la alegría de la comunidad que celebra su fiesta.
Y como en todo compartir, los misioneros fueron invitados a un delicioso almuerzo junto a la comunidad.