Se han cumplido 30 años de aquella primera misión nacional, en la que misioneros de la ciudad y del campo se lanzaron a recorrer todo el país para llevar la Buena Nueva del Evangelio.
Fue una misión planeada y con muchos talleres de formación, en la que los laicos fueron los protagonistas, acompañados de sacerdotes, religiosos y religiosas. Fue como se dice el despertar del compromiso misionero que continúa hasta hoy, pese a los muchos obstáculos, quizás fatigas, desánimo que fueron superados.
Como bien señaló Monseñor Edgardo Cedeño, Obispos Presidente del Consejo de Misión y Espiritualidad, de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP), fue una misión en salida como lo propone el Papa Francisco, que se entendió desde hace 30 años atrás como iglesia peregrina, Iglesia en marcha, que asume el proyecto de Dios el Evangelio en veredas, en las calles, en la ciudad o en el campo.
Son 30 años de hermanas y hermanos bautizados que han asumido ese reto, con sus altas y sus bajas también. “De momentos de encuentros y desencuentros, momentos de formación, de euforia, de alegría, de salida” dijo Monseñor Cedeño, en la Misa de Acción de Gracias celebrada en la Catedral de Chitré, y concelebrada por siete obispos, sacerdotes y religiosos.
De esa preparación de mochila, de ponerse la cutarra, de irse a donde les llaman, y animar la misión de la Iglesia, de puerta en puerta, son muchos los laicos que dan testimonio de este compromiso misionero.
Y el primer ejemplo lo vemos, en la actual secretaria ejecutiva de la CoNAM, Fulvia Martínez, quien en 1989 cogió su mochila y se fue a misionar a la comunidad de Chiguirí Arriba, de Penonomé, con mucha ilusión, pero también con mucho temor de hacer las cosas bien. “Me temblaba todo porque no sabía que iba a decir, pero el Espíritu Santo sopló y me ayudó a enfrentar ese primer momento”.
Ese mismo año, Tilcia Dimares, también fue temerosa a esta primera experiencia de ser misionera, pero decidida por el llamado de Jesús. “El Espíritu Santo ponía cada palabra en mis labios y preparaba las mentes para recibirlas” recuerda.
A sus 14 años, Nairin Estrada, conoció la labor de CoNAM a través de los campamentos juveniles, y por más de 6 años se ha dedicado a trabajar con jóvenes en los campamentos juveniles. “Ahora a mis 21 años la misión se ha vuelto parte de lo que soy hoy, y estoy dispuesta a continuar llevando el anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo” agregó.