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Consecuencia de creer en un solo Dios

Consecuencia de creer en un solo Dios

Roquel Cárdenas 

Es muy probable que si hiciéramos una encuesta para preguntar ¿crees que existe un solo Dios?…  la gran mayoría de las personas contestaría que sí. Sin embargo, esa afirmación parece no ir con la vida de fe o la devoción. Da la impresión de que las personas piensan que con lo que están haciendo son consecuente o coherente con su fe en un solo Dios. Valdría la pena pensar un poco al respecto y ver sino estamos cayendo en una trampa espiritual, en la que pensamos que estamos haciendo lo correcto, pero no es así.

Desde hace unos años atrás, el Papa Benedicto nos presenta un diagnóstico de esta situación de la siguiente forma:

“En nuestro tiempo se ha verificado un fenómeno particularmente peligroso para la fe: existe una forma de ateísmo que definimos, precisamente, «práctico», en el cual no se niegan las verdades de la fe o los ritos religiosos, sino que simplemente se consideran irrelevantes para la existencia cotidiana, desgajados de la vida, inútiles. Con frecuencia, entonces, se cree en Dios de un modo superficial, y se vive «como si Dios no existiera» (etsi Deus non daretur)”, Catequesis 14 noviembre 2012.

Podríamos ensayar hacer un examen de conciencia para verificar que tan coherentes somos con nuestra fe en un solo Dios.

Reconocer a Dios como el ser más importante y sabio del universo. “Si, Dios es tan grande que supera nuestra ciencia”, Job 36, 26.  Por lo tanto es reconocer que sus designios supera toda nuestra inteligencia y que frente a Él tenemos que ser como niños, al reconocer que en ocasiones no entenderemos lo que sucedes a nuestro alrededor, pero debemos mantenernos fieles a su servicio.

Es vivir en permanente acción de gracias, porque si Dios es el único y todo viene de Él, todo lo que somos y tenemos se lo debemos. “¿Qué tienes que no hayas recibido?”, 1Corintios 4, 7 “¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”, Salmo 116,12.

Debemos reconocer la dignidad de todos los hombres porque todos fueron hecho a imagen y semejanza de Dios, como nos enseña el libro del Génesis. Por lo tanto, la dignidad del hombre no depende de simpatías, ni siquiera de su comportamiento. Por eso debemos defender la dignidad del ser humano desde el principio al momento de la concepción, hasta su último minuto de vida en esta tierra. Por eso nos oponemos al aborto, a la eutanasia y defendemos al inmigrante, al pobre, al encarcelado, entre otros. 

Aprender a usar los bienes terrenos en función de Dios y no al revés, pretender usar a Dios para obtener bienes. Es decir, los bienes terrenos para servir y alabar a Dios. Como nos enseña el Señor, discernir cuando algo nos aleja de Dios o cortarlo, apartarse de eso. “Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos”, Mateo 5, 29.  Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtatela y aléjala de ti”, Mateo 5, 30.

Es vivir en la confianza humilde y esperar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad como nos enseña Santa Teresa:

Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda, La paciencia

todo lo alcanza, Quien a Dios tiene, Nada le falta: Solo Dios Basta. Poesía 30.

En resumen, creer que Dios tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida, como es aprender a cumplir el mandamiento que nos pide: “…amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, Lucas 10, 27.