La pareja debe construir el clima antes de la llegada de los hijos. La casa no puede quedar desierta a causa del trabajo, la familia deberá aprender a vivir y a conjugar tiempos de trabajo con los de la fiesta.
Redacción
Cada familia tiene su ritmo, como el latido del corazón. El hogar que conforman debe ser lugar de descanso y de impulso, de llegada y partida, de paz y de sueño, de ternura y responsabilidad.
La pareja debe construir el clima antes de la llegada de los hijos. La casa no puede quedar desierta a causa del trabajo o por otras presiones externas, sino que la familia deberá aprender a vivir y a conjugar los tiempos del trabajo con los de la fiesta.
En muchas familias, ya ni siquiera existe el hábito de comer juntos, y crece una gran variedad de ofertas de distracción, además de la adicción a la televisión y a las redes sociales.
El día domingo es el momento del encuentro entre hombre y mujer. Sobre todo es el Día del Señor, el tiempo de la oración, de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, de la apertura a la comunidad y a la caridad.
Y así, también los días de la semana recibirán luz del domingo y de la fiesta: habrá menos dispersión y más encuentro, menos prisas y más diálogo, menos cosas y más presencia.
Un primer paso en esta dirección es ver cómo habitamos la casa, qué hacemos en nuestro hogar. Es preciso observar cómo es nuestra morada y considerar el estilo de nuestra forma de vivir, las decisiones que hemos tomado, los sueños que hemos cultivado, los sufrimientos que vivimos, las luchas que sostenemos pero sobre todo las esperanzas que juntos albergamos.
Los esposos necesitan tiempo para dialogar, para detenerse en un abrazo, para compartir proyectos, para escucharse, mirarse, valorarse y para fortalecer la relación. El matrimonio y la familia es algo que hay que construir juntos día a día; hay que perder el miedo al “para siempre”, encomendándose al Señor Jesús y a su gracia.
Fortalecer los lazos de amor
Es imprescindible que ambos sean creativos a la hora de crear oportunidades, que provoquen que los lazos de amor se afiancen de manera constante. El propósito de este tiempo especial es aprovechar la oportunidad para estar juntos y solos para así compartir un tiempo muy personal y dulce entre ustedes.
No se trata de dejar de atender a los hijos, sino quizás de cambiar las rutinas. También es muy recomendable hablar sobre temas personales y/o de pareja, no de responsabilidades o de los niños. Hablar mucho de cómo se sienten, facilita la empatía.
Encontrar al menos tres horas a la semana para disfrutar como pareja, sin niños, sin obligaciones, sin responsabilidades donde solo se hable de aspectos positivos y no de responsabilidades es algo esencial. Este tiempo juntos nos ayuda a crear un espacio libre de responsabilidades y que solo haya tiempo para reírse, contar inquietudes, redescubrirse. Además de ser padres, también son pareja, y como tal, deben cuidar la relación.