“Creer en Cristo es una forma de vida y hacerlo vida en nosotros”: Monseñor José Domingo Ulloa

“Creer en Cristo es una forma de vida y hacerlo vida en nosotros”: Monseñor José Domingo Ulloa

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 Hoy 27 de abril es la fiesta de Santa Zita, patrona de las empleadas del hogar. Ella era de condición muy humilde y desde pequeña tuvo que trabajar como sirvienta para mantener a su familia. Sufrió muchas burlas, pero su amor a los pobres mereció, no obstante, su respeto gracias a la sincera devoción y a la entrega a su trabajo. 

Así introduce el Arzobispo de Panamá, este tercer lunes de Pascua, el relató de esta Santa que muchos podrían no reconocer, pero que bien podríamos tener entre las intercesoras.

También nos recordó que hace seis años, el 27 de abril de 2014, el Papa Francisco declaró santos a San Juan Pablo y San Juan XXIII, y que, en aquella ocasión, el Papa Francisco resaltó que siendo docilidad al Espíritu Santo se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. 

Y respecto a San Juan Pablo II lo definió como “el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia

Centró su homilía en el texto de los Hechos de los Apóstoles. “Nos encontramos con las estratagemas de aquellos que se ponen a discutir con Esteban y “no sólo no pueden hacer frente a la sabiduría y al espíritu con el que hablaba”, sino que urden un plan lleno de mentiras acusándolo ante el pueblo y el sanedrín”, indicó. 

Esteban conoció a nuestro Señor durante su vida terrena, pero no fue eso lo que hizo de él un gran discípulo de Jesús. Los Apóstoles habían recibido la fuerza del Espíritu Santo, ese Espíritu que aleteaba sobre la tierra como nos cuenta el libro del Génesis, el Espíritu que sostenía a los profetas en el Antiguo Testamento, el Espíritu del que habla Jesús en el Evangelio, que asistirá a sus seguidores ante los ataques y las fuerzas del mal, el Espíritu de Dios, tercera persona de la Santísima Trinidad. 

“El dejó su vida hablando de la bondad de Dios, sin miedos a las mentiras que podían decir sobre él y sobre todo sin miedo a la muerte, ya que Dios era su único y máximo valedor”, dijo. 

El evangelio de hoy nos hace una propuesta: “Dios quiere que creáis en el que él ha enviado”, pero como señala Monseñor Ulloa en su homilía, ocurre que cuando el hombre tiene todas sus necesidades básicas cubiertas le es más difícil elevar los ojos al cielo y buscar al Dios de la vida, que Jesús vino a manifestarnos y que era él mismo.

El arzobispo destaca la última frase del texto que se proclama hoy: “La obra que Dios quiere es que creamos en el Enviado, en su Hijo Jesucristo”, y dijo con claridad que creer en Jesús no es cosa de ideas ni de discursos, ni siquiera de un momento esporádico de nuestra vida. 

“Creer en Cristo es una forma de vida y hacerlo vida en nosotros”, y hacerlo vida señala Monseñor Ulloa en nuestras familias, en nuestros trabajos, con las trabajadoras del hogar, “porque el cristiano debe hacer visible a Cristo presente en cada ser humano”. 

Hoy deberíamos no sólo volver a recapacitar en nosotros cuál es nuestra conducta ante Dios y los hermanos, si son reflejo de bondad o por el contrario son reflejo del individualismo al que la sociedad nos invita, agregó.

Invitó a todos a ponerse enfrente a este texto y decirle al Señor con sinceridad por qué lo buscamos, lo que significa que debemos cambiar para hacer con Él la tierra y los cielos nuevos, donde el amor crezca por toda la eternidad. 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

LUNES III Pascua

Mons. José Domingo Ulloa M.

Hermanos y hermanas:

Hoy 27 de abril es la fiesta de Santa Zita, patrona de las empleadas del hogar. Ella era de condición muy humilde y desde pequeña tuvo que trabajar como sirvienta para mantener a su familia. Sufrió muchas burlas, pero su amor a los pobres hizo que hasta sirvió desde los doce años y por 48 años a una familia muy adinerada.

Por aquella época, una hambruna golpeó la ciudad y Santa Zita repartió hasta su propia comida con los pobres. La necesidad de los más desfavorecidos llegó a tal punto que la Santa tuvo que repartir las reservas de granos de la familia. Cuando los patrones fueron a ver, se dieron con la sorpresa de que la despensa estaba milagrosamente llena.

Hace seis años, el 27 de abril de 2014, el Papa Francisco declaró santos a San Juan Pablo II y San Juan XXIII. En aquella ocasión, el Papa Francisco resaltó que “en la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Este fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu”.

 Y a San Juan Pablo II lo definió como “el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia

Durante la cuaresma hemos podido escuchar, en más de una ocasión, que la luz deja al descubierto las obras de las tinieblas y es una de las cosas que podemos ver con claridad en este texto de los Hechos de los Apóstoles.

Nos encontramos con las estratagemas de aquellos que se ponen a discutir con Esteban y “no sólo no pueden hacer frente a la sabiduría y al espíritu con el que hablaba”, sino que urden un plan lleno de mentiras, acusándolo ante el pueblo y el sanedrín.

Hacen con Esteban lo mismo que hicieron con Jesús, para que su acusación tuviera efecto y así el alboroto y la furia del pueblo fuera creciendo contra los hijos de la luz y seguidores de Aquel que pasó por el mundo haciendo el bien.

Esteban conoció a nuestro Señor durante su vida terrena, pero no fue eso lo que hizo de él un gran discípulo de Jesús. Los Apóstoles habían recibido la fuerza del Espíritu Santo, ese Espíritu que aleteaba sobre la tierra como nos cuenta el libro del Génesis, el Espíritu que sostenía a los profetas en el Antiguo Testamento, el Espíritu del que habla Jesús en el Evangelio, que asistirá a sus seguidores ante los ataques y las fuerzas del mal, el Espíritu de Dios, tercera persona de la Santísima Trinidad.

Por eso los judíos, que atacaban a Esteban, no podían hacer frente a sus palabras y a la fuerza de su testimonio.  Es tiempo para pedirle a Dios una fuerte unión con él y que nuestras vidas sean fuertes espiritualmente, como el ejemplo que se nos pone delante en este día con Esteban.

El dejó su vida hablando de la bondad de Dios, sin miedos a las mentiras que podían decir sobre él y sobre todo sin miedo a la muerte, ya que Dios era su único y máximo valedor.

“La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado”

Cuando el hombre tiene todas sus necesidades básicas cubiertas, le es más difícil elevar los ojos al cielo y buscar al Dios de la vida que Jesús vino a manifestarnos y que era él mismo.

 La denuncia de Jesús en este extracto evangélico es muy clara, no podemos buscar a Dios tan sólo para cubrir nuestras necesidades humanas, que también son necesarias, pero no única y exclusivamente. Lo podemos comprobar con claridad en la última frase del texto que se proclama hoy.

La obra que Dios quiere es que creamos en el Enviado, en su Hijo Jesucristo. Creer en Jesús no es cosa de ideas ni de discursos, ni siquiera de un momento esporádico de nuestra vida.

Creer en Cristo es una forma de vida y hacerlo vida en nosotros. El cristiano, sea cual sea su estado de vida, debe hacer visible a Cristo presente en cada ser humano.

Hoy deberíamos no sólo volver a recapacitar en nosotros cuál es nuestra conducta ante Dios y los hermanos, si son reflejo de bondad o por el contrario son reflejo del individualismo al que la sociedad nos invita.

A nivel mundial estamos viviendo circunstancias dolorosas e inquietantes y ahí es donde Jesús como a sus contemporáneos nos pone en jaque.  Debemos de buscar a Dios para que fortalezca nuestro cuerpo y nuestro espíritu para poder estar al lado de aquellos que más sufren, de aquellos que la desesperanza no los deja levantar la cabeza.

Las obras de misericordia que nos propone la Iglesia, como modo de santificación, no son cosas pasadas de moda, sino que es la hoja de ruta del seguidor de Cristo, ellas nos ayudan a desalojar de nuestro corazón el egoísmo y dejar de mirarnos nuestro propio ombligo para mirar los ojos de los otros, donde encontraremos al Dios que quizás no nos pueda pagar la factura de la luz, pero sí nos dará la fuerza necesaria para poder seguir adelante con la certeza y la alegría de pasar por la vida haciendo el bien, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo.

Pongámonos enfrente de este texto y digámosle al Señor con sinceridad por qué lo buscamos, cuáles son nuestras motivaciones más profundas y sin duda alguna Dios nos hará ver con claridad cuáles son las conductas que se ajustan al quehacer de Jesucristo, Luz y Señor del mundo y de la vida, y cuáles son las que, con espíritu de enmienda, debemos cambiar para hacer con Él la tierra y los cielos nuevos, donde el amor crezca por toda la eternidad.

Recuerda quien solo mira la vida del punto de vista material sufre y perece con más facilidad, porque Aquel que nos dio la vida material también la lleva de vuelta, pero aquel que inviste tu vida en Dios permanece incluso hasta la vida eterna.

Y es Jesús y en la vida eterna que queremos investir nuestra vida y cuidar de nuestro espíritu. Hagamos eso en el tiempo que tenemos e incluso en el tiempo que, muchas veces, no tenemos. No nos dediquemos solo para trabajar y tener, porque llega un tiempo que no vamos a tener nada, y solo la vida en Dios va a ser suficiente para permanecer eternamente.

PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ