Muchos de nosotros no cuidamos nuestra relación matrimonial y un día nos despertamos preguntándonos: ¿Qué pasó? ¿Qué pasó con aquellos novios felices que un día fuimos al altar y nos juramos amarnos para toda la vida?
La mayoría de nosotros experimentamos periodos de soledad y distanciamiento en nuestros matrimonios, y esto es normal. Pero algunos de nosotros no logramos superar esta desilusión; nos quedamos hundidos en ella, y acabamos o soportándola o dándonos por vencidos. Las técnicas de comunicación que aprendemos durante el Fin de Semana de Encuentro Matrimonial nos dan las herramientas para trabajar con nuestra desilusión, y nos ayudan a encontrar el júbilo y la intimidad que Dios quiere que todos experimentemos en nuestra relación matrimonial. Los buenos matrimonios no nacen, sino que se hacen. Las personas no nacen siendo buenos abogados, ni buenos doctores o carpinteros, sino que cada uno lucha por alcanzar sus metas profesionales para lograr el éxito.
En nuestro caso el Fin de Semana de Encuentro Matrimonial nos permitió cambiar todo el panorama de nuestra relación. Nos permitió también entrar en contacto nuevamente con nosotros mismos, con nuestras esperanzas y sueños. Aprendimos a comunicarnos nuevamente, mucho mejor a como lo hacíamos cuando iniciamos nuestra relación, y a la vez logramos mejorar también la comunicación con nuestros hijos. Les podemos asegurar sin lugar a dudas que la experiencia del fin de semana nos ayudó a restaurar nuestra esperanza en nuestro futuro.