El buen comportamiento y las ansias de libertad, luego de haber cometido errores, los mueve a trabajar, formarse y crecer con diferentes proyectos en el penal.
Por Karla Díaz
En medio de los muros de concreto y las estrictas rutinas carcelarias, un grupo de privados de libertad del centro penitenciario La Nueva Joya ha encontrado en el trabajo y la organización una vía hacia la transformación. Con esfuerzo y dedicación, han dado vida a proyectos que van más allá de su encierro, como una huerta que alimenta y enseña, además de una biblioteca que abre puertas al conocimiento y a la esperanza.
Al principio se decía que los proyectos no iban a funcionar, sin embargo, ambos han logrado varios cambios en muchos de los privados. En el caso de la huerta, empezaron a trabajar con semillas que les donaban desde la cocina. Después lograron obtener más semillas y un poco de materiales para poder continuar.

Lo que se siembra y se cosecha en estas huertas es para uso de los mismos internos. De hecho, hace poco, en uno de los sectores se contagiaron de un virus que les atacó el estómago, con diarreas, vómitos y mucho malestar, y fue gracias a un té que hicieron con hojas del huerto, que mejoraron.
“Nosotros cosechamos y repartimos por todos los pabellones las hojitas para que los muchachos pudieran hacerse su té y aliviarse un poco del tema estomacal”, dijo Marlon Acher, privado de libertad.
El huerto tiene dos años en funcionamiento, sin embargo, los muchachos solicitan a quienes tengan a bien donar semillas y abono, hacerlo contactándose con los miembros de la pastoral penitenciaria.
Necesitan semillas, abono, mallas de sarán, insecticidas para combatir plagas, sobre todo en los frijoles.
Su momento de paz
Cebaldo Martínez es el encargado del huerto. Ha sembrado en estas tierras yuca, papaya, ají, plantas medicinales como: desbaratadora, mastranto, algunos frijoles, culantro y tilo.
“Empecé desde que la tierra estaba colorada, poco a poco fui metiéndome más en esto. Ya cumplí la mitad de mi pena y me dieron una resolución de trabajo que me autoriza a pasar algo de tiempo para emplearlo en el huerto. Mi familia es de Santiago así que tenía algo de conocimiento en siembra”, dijo Martínez.
Sobre su situación y lo que siente cada vez que sale a trabajar la tierra, destacó: “Acá afuera uno se siente como si estuviera en el campo, tranquilo, relajado, a veces me siento, converso con las plantas y es una tranquilidad que tengo”, dijo.
De lunes a sábado se dedica a trabajar la tierra, a veces incluso los domingos, por sólo una hora. A veces no hay agua en el penal, lo que dificulta un poco su trabajo. Los compañeros piden culantro para sazonar sus comidas y también papaya para comer algo dulce o hacer jugos. Además, tienen melón, jengibre, hierba de limón y plátano.

Biblioteca
Luis Navarro es coordinador de la Iglesia católica y también el encargado de la Biblioteca Don Quijote, ubicada en el sector B del centro penitenciario La Nueva Joya.
“Aquí tenemos novelas, libros de matemática, español, enciclopedias, religión e inglés, pero los libros están, en su mayoría, deteriorados”, señaló. Aprovecharon este espacio para pedir a quienes puedan, que donen libros, sobre todo novelas, porque leer les permite desconectarse, relajarse y pasar su tiempo libre, especialmente en las noches.
“Los muchachos se los llevan a los pabellones y después los regresan. Contamos con auxiliares que se encargan de ir a los sectores para ofrecer los libros. Se le toman los apuntes y se les da un tiempo determinado para que los devuelvan”, dijo el bibliotecario.
Lo que más buscan son las novelas, historia y religión. Aunque también, agrega Navarro, desean poder leer revistas, pero lamentablemente no cuentan con ellas en estos momentos.
Aunque aún cumplan condena tras las rejas, los internos que participan en estos proyectos demuestran que la rehabilitación es posible cuando se les brindan las herramientas y el espacio para crecer. Con cada libro prestado y cada semilla, siembran también la esperanza de un nuevo comienzo.