“Descubramos en cada uno, la vocación de ser Carmelo para el Señor”, dijo Monseñor Ulloa.

“Descubramos en cada uno, la vocación de ser Carmelo para el Señor”, dijo Monseñor Ulloa.

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“Hay una sola María de Nazareth”, afirmó el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, pero muchas advocaciones y hoy celebramos a la Virgen del Carmen, Modelo – Amparo y guía de los navegantes, en el Mar y en la Vida.

Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta explicó que los católicos honramos a María por tres motivos: por ser Madre de Jesús, por ser nuestra Madre y ser Madre de la Iglesia.

Indicó que los cristianos, desde el inicio del cristianismo, hemos contemplado a María –como estrella- en un deseo de seguir al sol que es Jesús. Un Jesús que, por cierto, es muchísimo más que la estrella de María.

Recordó que la Virgen del Carmen nos invita a profundizar en las aguas de la fe, y camino que nos lleva a Jesús. “Por eso acerquémonos a Ella sin temores, confiémosle nuestros problemas”, dijo Monseñor Ulloa.

“En este día, con profundo sabor marinero, muchos hombres y mujeres vuelven a vestir el escapulario del Carmen”, señaló tras advertir que es un signo que no puede quedarse maniatados en una religiosidad popular, pero sin trascendencia o renovación de nuestra propia vida.

“Queridos hermanos: los cristianos, no podemos conformarnos con mantener exteriormente unas manifestaciones religiosas (aunque sean marianas), si no responden a unas experiencias profundamente evangélicas”, aseguró. 

Por eso, pidió que elevemos a Dios nuestros pensamientos, y bajemos nuestro ser por el camino y vía de la humildad, para que la santidad de Dios transparezca en nuestros actos y acciones, y así también seremos como María, de la familia de Jesús, porque realizamos en nosotros la voluntad del Padre.

Recordó si el Monte Carmelo significa jardín de Dios, María no da el nombre al lugar, sino que el lugar le da nombre a ella, y nos revela el misterio más asombroso: Dios ha hecho en ella su espacio protegido, hermoso, colmado de gracia y de belleza, su jardín. 

“Al pensar en María como jardín de Dios, descubrimos que cada uno tiene la vocación de ser Carmelo para el Señor, pues estamos invitado al amor de Dios, a ser su jardín”, expresó y seguidamente manifestó que nuestro jardín es el espacio más íntimo donde somos habitados por Dios.

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla del Seminario Mayor San José.

Homilía Nuestra Señora del Carmen

El Escapulario

Un año más nos reunimos en este lugar sagrado, casa de Dios y morada de nuestra Madre del Carmen para disfrutar de un día dedicado en su honor…

Hoy, al igual que hemos hecho durante la novena, nuestros ojos y nuestros corazones se vuelven hacia la que es Modelo – Amparo y guía de los navegantes, en el Mar y en la Vida.

Hoy honramos a María por tres motivos:

  1. Por ser Madre de Jesús, ella como nadie en la tierra supo esperar + mantener y amar a su hijo y nos anima a tomar a Jesús en serio, a no “abortarlo” de nuestra vida + a no pisotearlo con nuestras deficiencias – defectos y pecados + a que sea en verdad el centro de nuestra vida, estando plenamente arraigada en Dios.

Como ella, nosotros hemos de: escucharle – tratarle e imitarle… De lo contrario estaríamos mintiendo al llamarnos cristianos e hijos de María.

  1. La honramos por ser nuestra Madre y por ser así para con nosotros, sentirnos hijos y hermanos unos de otros. Por eso muy atinadamente el Papa Francisco nos invita hacer el ‘test’ de una vocación cristiana correcta, y que en él hace falta preguntarse: ‘¿Cómo está mi relación con estas dos Madres que tengo?’, con la Madre Iglesia y con la madre María”.

“Esto no es un pensamiento de piedad, no, es una teología pura. Esto es teología. ¿Cómo va mi relación con la Iglesia, con mi madre Iglesia, con la Santa Madre Iglesia jerárquica? ¿Y cómo está mi relación con la Virgen, que es mi Madre?”.

Francisco confesó que “cuando un cristiano le dice que no ama a la Virgen, que no le sale el buscar a la Virgen, a rezarle, no solo se entristece”. “Sino que me le viene a la mente y al corazón … ¡Pobres huérfanos!”.

Porque “un cristiano sin la Virgen está huérfano. También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita de estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: La Iglesia y la Madre de Dios”.

Una madre siempre quiere lo mejor para sus hijos y que en la casa reine la armonía – el equilibrio y el bienestar… Procuremos hacerle hoy y siempre ese regalo (es el que más agradece).

  1. La honramos por ser Madre de la Iglesia

Y como Madre de la Iglesia nos anima a colaborar con ella / a trabajar, todos a una y nadie “por libre” por ella, para ella, junto a ella y bajo las directrices de ella… La Iglesia.

Tú que eres Madre de todos… vela por esta comunidad cristiana (en algunos de sus miembros tan alejados…); vela especialmente por la gente del mar, que hoy te implora – venera y aclama como Madre bendita; vela, protege y ampara la próxima Jornada Mundial de la Juventud y ruega al Señor por todos nosotros que hoy te decimos con cariño: ¡FELICIDADES MADRE!

Por eso, en medio de los   avatares de la vida, en este mes de julio, estamos navegando en la barca de la Iglesia hacia el puerto de estas fiestas de la Virgen del Carmen. Devoción que se ha extendido desde hace siglos por Europa y América gracias a la Orden de los Carmelitas. La verdad, que es difícil no encontrar, en cualquier rincón de nuestra geografía, algo que no nos hable de Ella: una parroquia, una ermita, una procesión, una embarcación, incluso un puerto… o esta misma celebración de la Eucaristía de mañana. Hoy, al igual que han hecho durante la novena, nuestros ojos y nuestros corazones se volverán hacia la que es modelo, amparo y guía de navegantes, tanto en el Mar como en la Vida.

Queridos hermanos, aprendamos de los marineros, que en los momentos de tormentas o de dificultades, miran y buscan en el cielo la ruta de las estrellas.

Los cristianos, desde el inicio del cristianismo, hemos contemplado a María –como estrella- en un deseo de seguir al sol que es Jesús. Un Jesús que, por cierto, es muchísimo más que la estrella de María.

¿Cómo no va a ser, Reina de los Mares, ¿aquella que tan de cerca siguió los avatares, los esfuerzos, la vida e ilusiones de aquellos primeros apóstoles que eran pescadores?

La Virgen del Carmen nos invita a profundizar en las aguas de la fe. Uno de los vacíos del momento en que vivimos es la superficialidad de las cosas y, también, de las personas. Y la fe, en múltiples ocasiones, es como un gran océano: queda mucho por descubrir.

Hermanos, hoy volvemos a comprobar que, el amor a la Virgen María nos reúne de nuevo. Este encuentro fraterno y festivo lo demuestra, y así lo gozamos.

A María santísima, la conocemos con muchos nombres. Se llama Madre para los huérfanos, o para los que están lejos; se llama Misericordia para los pecadores; se llama Socorro para los que están en peligro; se llama Dolores para los que sufren, se llama Salud para los enfermos, se llama Auxiliadora para los necesitados y se y se llama Carmen para los navegantes.

 Y en todos estos momentos la encontramos hermosa y admirable, porque es la llena de gracia. El Señor ha hecho en Ella maravillas. Dios la hizo madre de Jesús, el Redentor del mundo; y Jesús nos la entregó como madre del pueblo cristiano.

Hermanos: María es siempre el vehículo para ir a Jesús, a través de Ella encontraremos a su Hijo, y cuando nos alejemos Ella nos buscará. Por eso, el camino de nuestra conversión, de nuestra fidelidad y de este nuevo amanecer de la Iglesia pasa por María. La Virgen Santísima es el camino que Jesús quiere para despertar nuestra fe. Jesús nos busca a través de María. Por eso acerquémonos a Ella sin temores, confiémosle nuestros problemas.

Ella como buena madre, quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como nuestra Madre.

Pero es una madre que no se hace rogar, que incluso se adelanta a nuestras súplicas, porque conoce nuestras necesidades y viene prontamente en nuestra ayuda, demostrando con obras que se acuerda constantemente de sus hijos. Cada uno de nosotros, al evocar su propia vida y ver cómo en ella se manifiesta la misericordia de Dios, puede descubrir mil motivos para sentirse de un modo muy especial hijo de María.

-María, sencilla y obediente, nos anima a aceptar sin condiciones a un Jesús que viene sin ruido, pero pidiendo adhesiones.

-María, pobre y humilde, nos indica el camino para encontrarnos con Cristo: el desprendimiento de uno mismo y de aquello que es obstáculo para que Dios entre en el interior.

-María, agradecida, nos empuja a una acción de gracias (sincera y entusiasta) por ese Dios que se hizo pequeño y hombre en su seno virginal dándonos a conocer su inmenso amor.

En este día, con profundo sabor marinero, muchos hombres y mujeres vuelven a vestir el escapulario del Carmen. Este signo puede ser, en un mundo descreído con afán de aparcar todo lo religioso, una llamada a abanderar, viviéndolos, ante todo, esos valores que no pueden quedarse maniatados en una religiosidad popular, pero sin trascendencia o renovación de nuestra propia vida.

No hace mucho tiempo, en una casa que estaba siendo rehabilitada, salió a la superficie un madero que –aparentemente- estaba sano. Un albañil acercó la mano y, hundiendo su pulgar en la madera, se llevó la gran decepción al comprobar que, por dentro, estaba totalmente hueco y dañado por las termitas.

Queridos hermanos: Los cristianos, no podemos conformarnos con mantener exteriormente unas manifestaciones religiosas (aunque sean marianas), si no responden a unas experiencias profundamente evangélicas.

Que, hoy, todo nosotros nos convertimos en un escapulario vivo de la gracia de Dios, permitiendo que la Palabra de Dios entrando en nosotros, nos convierta para Cristo Jesús y para la voluntad del Padre.

Que elevemos a Dios nuestros pensamientos, que bajemos nuestro ser por el camino y vía de la humildad, para que la santidad de Dios transparezca en nuestros actos y acciones. Así, también seremos como María, de la familia de Jesús, porque realizamos en nosotros la voluntad del Padre.

Recordemos si el Monte Carmelo significa jardín de Dios, María no da el nombre al lugar, sino que el lugar le da nombre a ella, y nos revela el misterio más asombroso: Dios ha hecho en ella su espacio protegido, hermoso, colmado de gracia y de belleza, su jardín. 

Al pensar en María como jardín de Dios, descubrimos que cada uno tiene la vocación de ser Carmelo para el Señor, pues estamos invitado al amor de Dios, a ser su jardín: “Al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y vendremos a él y haremos morada en él”, y será nuestro jardín, el espacio más íntimo donde somos habitados por Dios.

  PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ