Discípulos de puertas abiertas y sin miedo

Discípulos de puertas abiertas y sin miedo

Es fácil encerrarse en estos días. A pesar que muchos creemos en el Resucitado, una cosa es creer y otra es abrirse a las implicaciones que tiene la fe. Pero, calma, también para los apóstoles fue un proceso lento y cuesta arriba. Pero, así como ocurrió con ellos, Cristo también con nosotros estará ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar a cada discípulo.

Lo que se pide de cada uno es disponibilidad y una actitud adecuada en estos tiempos de incertidumbre. Se exige una fe adulta, más allá de lo folclórico y la teoría.

Hoy más que nunca nuestros ambientes están requiriendo un testimonio alegre de parte nuestra, de que Jesús Vive y actúa en su Iglesia. Que no es un concepto ni una “propuesta”. Se trata de una persona, histórica, que llena la vida de cada uno de nosotros y le da dirección y sentido.

Esta semana, pues, demos testimonio de la experiencia que tenemos con el Resucitado, de cómo nos ha impactado la vida, la ha cambiado y llenado de luz, sin palabras repetidas, pero vacías.

Debemos entendernos como fieles, pero mucho más como discípulos. Hemos sido enviados por ese Resucitado a transmitir Vida y Salvación a las personas que nos rodean.

La resurrección de Cristo es el título que la Iglesia muestra a la sociedad, para justificar su pretensión de ser ella un instrumento de la salvación del mundo.

Y todos somos Iglesia, esa que lleva el soplo de una vida que no va a morir nunca, de una vida de resucitado a todos.

Somos el Adán, despierto, inteligente, libre, capaz de amar, imagen de Dios, y que transmite a los demás su alegría.

¡Ánimo!