“El evangelio, una vez más, nos llama a confiar en Jesús”, Monseñor José Domingo Ulloa

“El evangelio, una vez más, nos llama a confiar en Jesús”, Monseñor José Domingo Ulloa

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En el Día Internacional de la Enfermería, el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, dirigió un especial saludo a los ángeles de blanco y recordó el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, con quien dio inicio la enfermería moderna.

Al comenzar su homilía se refirió el momento histórico, marcado por la emergencia sanitaria mundial a causa de la pandemia del virus Covid-19, y destacó el rol del personal de enfermería, como también el de partería o comadronas, que asisten a las mujeres embarazadas y las ayudan a dar a luz.

Dijo que diariamente presenciamos el testimonio de valentía y sacrificio de los agentes sanitarios, en particular de las enfermeras y enfermeros, quienes con profesionalidad, sacrificio, responsabilidad y amor por los demás ayudan a las personas afectadas por el virus, incluso poniendo en riesgo la propia salud, y muchos desgraciadamente han muerto al cumplir fielmente con su servicio. 

“Rezo por ellos —el Señor conoce el nombre de cada uno— y por todas las víctimas de esta epidemia. Que el Señor resucitado les conceda la luz eterna y a sus familias el consuelo de la fe”, expresó.

Respecto al evangelio, que nos propone la liturgia de hoy para nuestra meditación, el Arzobispo recordó aquellas palabras sencillas de la Madre Teresa: El fruto del Silencio es la Oración, El fruto de la Oración es la Fe, El fruto de Fe es el Amor, El fruto del Amor es el Servicio. El fruto de Servicio es la Paz.

“Esta breve y a la vez sencilla oración conecta con la propuesta del Evangelio para hoy, además Jesús nos da su Paz, la única verdadera, la que proviene de su entrega incondicional”, agregó.

Asimismo señaló que el servicio que vivió la Madre Teresa, la Paz de la que gozan los santos, no es la ausencia de guerra y de conflictos que muchas veces deseamos, miremos sino a Pablo, leyendo sus cartas vemos a un hombre en la Paz de Dios, sin embargo, y como el mismo reconoce en sus cartas, es también un hombre que ha sufrido mucho por el Evangelio, pero al final de sus días, en Paz consigo mismo  pudo exclamar “he corrido bien mi carrera”… Y yo ¿cómo vivo mi fatigosa entrega al servicio del Evangelio? 

“Hoy te pido Señor encontrar esa Paz que sólo tú puedes darnos, la que nace de una vida entregada al servicio de tu Iglesia, fruto del amor profundo que experimentamos de tu mano protectora y generosa, amor que reconocemos porque sabemos mirar con los ojos de la fe, que se alimentan en esos largos diálogos que compartimos en la oración y que solo se dan cuando consigo disfrutar, y no huir del silencio. Dame hoy, Señor, tu Paz”, indicó.

Al finalizar su homilía expresó que el evangelio, una vez más, nos llama a confiar en Jesús y tener presente sus palabras, y que vivir con Él es vivir en paz, que es mucho más plena y auténtica que la que puede ofrecernos el mundo.

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

Martes V de Pascua

Día Internacional de la Enfermería

Mons. José Domingo Ulloa M.

Hermanos y hermanas:

 Celebramos hoy el Día Internacional de la Enfermería, en el contexto del Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería, convocado por la Organización Mundial de la Salud. En este mismo día también recordamos el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, con quien dio inicio la enfermería moderna.

En este momento histórico, marcado por la emergencia sanitaria mundial a causa de la pandemia del virus Covid-19, hemos redescubierto la importancia del rol del personal de enfermería, como también el de partería. Diariamente presenciamos el testimonio de valentía y sacrificio de los agentes sanitarios, en particular de las enfermeras y enfermeros, quienes con profesionalidad, sacrificio, responsabilidad y amor por los demás ayudan a las personas afectadas por el virus, incluso poniendo en riesgo la propia salud. Prueba de ello es el hecho de que, desgraciadamente, un elevado número de agentes sanitarios han muerto al cumplir fielmente con su servicio. Rezo por ellos —el Señor conoce el nombre de cada uno— y por todas las víctimas de esta epidemia. Que el Señor resucitado les conceda la luz eterna y a sus familias el consuelo de la fe.

El personal de enfermería siempre ha desempeñado un papel central en la asistencia sanitaria. Todos los días experimentan, con la cercanía a los enfermos, el trauma que causa el sufrimiento en la vida de una persona. Son hombres y mujeres que han dicho “sí” a una vocación particular: la de ser buenos samaritanos que se hacen cargo de la vida y de las heridas de los demás. Custodios y servidores de la vida que, mientras administran las terapias necesarias, infunden ánimo, esperanza y confianza.

Recuerdo particular, a las comadronas, que asisten a las mujeres embarazadas y las ayudan a dar a luz a sus hijos: vuestro trabajo es uno de los más nobles que existen, dedicado directamente al servicio de la vida y de la maternidad. En la Biblia, los nombres de las dos parteras heroicas, Sifrá y Puá, se inmortalizan al comienzo del libro del Éxodo (cf. 1,15-21). También, hoy, el Padre Celestial las mira con gratitud. Mensaje Papa Francisco día internacional de enfermería.

Al leer el evangelio que nos propone la liturgia para nuestra meditación en este día de mayo, como un flash recordé aquellas palabras sencillas de la Madre Teresa que seguramente muchos de ustedes han escuchado alguna vez, aquella oración que dice así:

El fruto del Silencio es la Oración,

El fruto de la Oración es la Fe,

El fruto de Fe es el Amor,

El fruto del Amor es el Servicio

El fruto de Servicio es la Paz.

Esta breve y a la vez sencilla oración conecta con la propuesta del Evangelio para hoy. Jesús nos da su Paz, la única verdadera, la que proviene de su entrega incondicional. El episodio del Lavatorio de los pies, aquel en el que, con un único gesto, Cristo nos muestra la esencia de su propuesta vital, se convierte en la fuente de la que todos podemos beber.

En aquellas largas noches de silencio a solas con el Padre, Jesús oraba, y de esa oración surgía la acción, movida por la Fe, por la convicción profunda de que todo tiene sentido en y por el Amor.

Amor que no conoce otra forma que la entrega, el servicio. Si uno quiere saber la medida de su amor sólo tiene que sentarse con un cronómetro y apuntar cuantos de sus minutos no han sido para sí mismo, cuantos de sus minutos no se han perdido en el vacío, cuantos de sus minutos ha vivido amando, ha vivido sirviendo.

Si en tus días son pocos los minutos que dedicas a los demás, cuando llegues al sueño reparador de la noche, no tendrás la recompensa de esta paz de Dios que nace del amor, puede que duermas tranquilo, pero no experimentarás la profunda satisfacción del que ama y se sabe amado, del que se siente en calma interior, el que se siente en la Paz que sólo en la imitación y el servicio de Cristo podemos encontrar, porque largo se le hace el día a quien no ama, y él lo sabe.

El servicio que vivió Madre Teresa, el servicio que vivió Jesús, la Paz de la que gozan los santos, no es la ausencia de guerra y de conflictos que muchas veces deseamos, miremos sino a Pablo, leyendo sus cartas vemos a un hombre en la Paz de Dios, sin embargo, y como el mismo reconoce en sus cartas, es también un hombre que ha sufrido mucho por el Evangelio, que ha pasado grandes trabajos por predicarlo y que al final de sus días, en Paz consigo mismo, puede exclamar he corrido bien mi carrera… Y yo ¿cómo vivo mi fatigosa entrega al servicio del Evangelio? o acaso ¿no sé lo que son los duros trabajos del evangelio?

Hoy te pido Señor encontrar esa Paz que sólo tú puedes darnos, la que nace de una vida entregada al servicio de tu Iglesia, fruto del amor profundo que experimentamos de tu mano protectora y generosa, amor que reconocemos porque sabemos mirar con los ojos de la fe, que se alimentan en esos largos diálogos que compartimos en la oración y que solo se dan cuando consigo disfrutar, y no huir del silencio. Dame hoy, Señor, tu Paz.

Miremos para el corazón manso y humilde Jesús, y en Él encontremos descanso, reposo y paz

El corazón que tiene paz ama, perdona, no entra en las peleas, en los conflictos simplemente desastrosos que las personas crean para perturbar y quitar la paz de los demás. El corazón que tiene paz se sumerge en la serenidad, en la sobriedad del alma y del Espíritu.

La paz es la respuesta para el mundo que nos inquieta, por eso Jesús dijo: “No te intimide vuestro corazón, no perturbes vuestro corazón”.

¡Jesús sabe lo mucho que quedamos perturbados, lo mucho que es difícil lidiar con las contrariedades! Y si no sabemos lidiar con ellas, nos engendran ansiedades dentro de nosotros.

El corazón ansioso, el alma ansiosa vive inquietudes profundas que perturban, quitan la paz, el sueño y la tranquilidad, engendrando dentro de nosotros impaciencias y respuestas agresivas para los demás.

Cuando nos encontramos en un estado de agresividad con nosotros y con los demás, es porque la paz está lejos de nosotros. Cuando nos inquietamos con poca cosa o transformamos poca cosa en mucha cosa, es porque la paz de Dios no está en nosotros.

No perturbes, no sumerjas tu corazón en las inquietudes del mundo, eso sí sumerge en tu corazón en la paz que viene de Dios.

El evangelio, una vez más, nos llama a confiar en Jesús y tener presente sus palabras. Vivir con Él es vivir en paz. Una paz mucho más plena y auténtica que la que puede ofrecernos el mundo. La paz es resultado de una fidelidad sincera con Él.

Preguntémonos si la paz de Cristo es la que vivimos. Si ello es así, démosle gracias. Si nos falta, pidámosle que nos ayude a conseguir esa paz suya. Y no olvidemos que, como seguidores de Jesús, nos corresponde expandir esa paz. Si disfrutamos de ella es preciso que todos puedan acceder a ella.

Que Jesús nos dé la paz y nos ayude a expandirla. El mundo será un hogar más seguro.

Recordemos nuestro apostolado no consiste en responder a preguntas que la gente no se ha hecho, sino en vivir de tal modo que la gente se haga preguntas.

Si te acercas a quien no conoce al Señor, y pretendes atizarle una charla de media hora sobre la templanza, será él quien te mande a ti a templar… gaitas.

 ¿Por qué le atosigas con algo que no le preocupa? ¿No ves que le encanta emborracharse? ¡Déjalo en paz, hombre!

Pero si estás cerca de él, y, en lugar de reprocharle, vives tu vida de enamorado de Jesucristo sin respetos humanos, tu alegría y tu cariño, tan naturales como sobrenaturales, lo descolocarán. «¿De dónde saca eso?», se preguntará. Después, te lo preguntará. Y, entonces, le responderás. Y no le hablarás sobre la templanza, sino sobre Cristo.

Si tu vida, tu oración y tu mortificación no van por delante de tu palabra, tu apostolado será estéril.

Es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo. Aplícatelo: es necesario que quienes te rodean comprendan que amas a Cristo, y que vives como auténtico cristiano. Tu templanza enamorada hablará más que tu charla inoportuna.

  PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ