El mundo cambia si cambio yo

El mundo cambia si cambio yo

El tema de este año del recién pasado Domund es Cambiar el mundo. Pero ¿cómo voy a cambiar el mundo si no cambio yo? Nos sucede habitualmente que deseamos cambiar las realidades sin realizar nosotros el primer paso. La misión primera es la conversión o cambio de vida personal.

La sociedad cambiará en la medida que seamos leales y responsables en el compromiso con el evangelio de Jesucristo. Amor con amor se paga y ¿de qué te sirve hablar del Amado si no has estado con el Amado? Es fundamental, para cambiar el mundo, llevar esta corriente de fuerza que sólo procede de una fuente inagotable. Nos quejamos que las realidades en la sociedad, en sus diversas facetas, están mal. Y es verdad. Pero hay una razón y tiene un nombre común para cambiarlas y es la entrega generosa sólo y exclusivamente por caridad.

La caridad ha cambiado la sociedad, aunque sea en pequeño, de ser violenta a ser raterna, de ser egoísta a altruista, de ser partidista a universal, de ser hedonista a ser más espiritual, de mirarse a sí misma a ser abierta a los indefensos. Y esto nos lo han manifestado los santos. Basta mirar a San Vicente de Paúl o al padre San Maximiliano Kolbe o Santa Teresa de Calcuta. Tantísimos misioneros nos han mostrado un rostro tan bello que sólo puede identificarse con Dios, porque “Dios es Amor” (1Jn 4,8). Ésta es la razón por la que muchos no entienden el verdadero significa-do de amar, porque no conocen a Dios. El misionero sólo tiene una razón: amando a Dios puede amar a los hermanos. El mejor ejemplo es Jesucristo, que nace por Amor, vive para amar y muere con amor porque “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os digo” (Jn 15, 13). El mundo cambiará si el mensaje de Jesucristo se pone por obra.