Estefany Rodríguez
En medio del confinamiento, ya no podemos escapar de la realidad a nuestras clases, fiestas o incluso a la parroquia. Ahora nos toca convivir con las personas que más nos conocen, y con las que es mucho más difícil hablar de Dios. ¿Por qué es tan sencillo hablar de Dios y evangelizar en retiro con extraños? Justo porque no nos conocen, ese lado que no es tan bueno, ese lado grosero o que no hace las cosas bien. El verdadero reto de la cuarentena es pasar tiempo en esa cara de la que huimos porque no nos sentimos a gusto, es pasar tiempo con nosotros mismos. Dios nos está dando una oportunidad de oro, que no podemos despreciar por mirar el celular. Una época para trabajar en nuestro interior ¿Cómo cambiar las cosas que deben mejorar si no las conozco? ¿Quién eres? Son preguntas que deben pasar por nuestra cabeza y que necesitamos responder. ¿Qué quiere Dios para mi?
Antes, no había mucho tiempo para conversar con Dios por tanto afanes de la vida, nuestro servicio, nuestra familia, los estudios y entre tantas cosas, nos olvidamos del alma más importante que necesita ser salvada, la nuestra. Es momento de dejar las excusas y empezar a trabajar en ti mismo, en la “verdadera conversión”, pero más allá de verlo como algo lejano o que no sabes si lograrás, es dar el primer paso para un encuentro real con Dios. Un encuentro personal, con la persona Jesús, no la lejana de los libros de los que todos hablan, sino con esa persona que te ama y está ahí para ti. Él está esperando que lo busques, que le hables, quitó todas las distracciones mayores para que te dediques tiempo contigo mismo. ¿Tomarás la oportunidad?… No tengas miedo. (escrito 365 veces en la Biblia).