Ronaldo Paredes
Dios perdona nuestros pecados si nos arrepentimos, nos acercamos a él y confesamos nuestros pecados. Es por esto por lo que, Él ha establecido el Sacramento de la Reconciliación. Jesús escoge a 12 apóstoles y los hace ministros de la Reconciliación otorgando el poder de ser su instrumento para perdonar los pecados (Jn. 20,23). Este mismo poder lo tienen sus sucesores los obispos, y ellos a su vez lo delegan a los presbíteros que los ayudan en la administración de este sacramento.
Es por eso que, cuando nos acercamos al sacerdote para confesarnos, nos acercamos al mismo Cristo, que nos espera para perdonarnos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: «Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados, (CIC 1422). La Iglesia ha administrado este sacramento desde el inicio de su existencia para el bien de nosotros y obtener el perdón de Dios.
Cuando el sacerdote nos confiesa, nos acercamos al mismo Cristo.
Nosotros como hijos de Dios y miembros de la Iglesia debemos participar de esta fiesta del Perdón, acudiendo a confesarnos.
Este tiempo de Cuaresma es el momento oportuno para pedir perdón a Dios que nos espera en el sacramento de la Reconciliación, en ella nos reconciliamos con él y nos limpiamos de todo pecado que hemos cometido. En la absolución del sacerdote se nos perdona los pecados y nos preparamos para participar en el banquete de los hijos de Dios, la Eucaristía.