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Espiritualidad para animadores de la JMJ

Espiritualidad para animadores de la JMJ

Dios no pone condiciones para adquirir la espiritualidad y sabiduría divina necesaria para estar preparados para la JMJ, porque Él la da a quien quiere. Sí hay que mostrar nuestra iniciativa en adquirirla (1Cor 1,26-29; Prov 4,7). Algunas cualidades a trabajar para adquirir esta Espiritualidad y Sabiduría de arriba son:
-“El temor de Dios” (Prov 9,10). La sabiduría comienza en “la honra que damos al Señor” (Sal 127). El animador debe ser el ejemplo de vida de lo que anima, el modelo de lo que pide al joven animado. El temor de Dios es la base de la verdadera espiritualidad y sabiduría divina, e implica vivir con coherencia de vida en la animación que doy.
-“Actuar con humildad, y modestia”. Los buenos animadores andan en verdad, son transparentes, fieles, coherentes, fiables, y se dan a conocer como tales, así reflejan la sabiduría divina que les ha elegido para animar almas en la JMJ (Prov 11,2). Esto es “humildad”, andar en verdad y guiar hacia ella, sabiendo que “el Señor concede gustoso su sabiduría a los humildes de corazón” (Stgo 4,6).
-“Estudiar la Palabra”. Contiene la sabiduría divina, y sólo la extraemos al trabajar con empeño (Prov 2,1-5). Organizar talleres de vida y Palabra, donde escuchemos a Dios y sepamos abrirnos al encuentro de su Palabra compartiendo nuestras inquietudes de animadores.
-“Orar a Dios”. El reflexionar lleva a “orar al Dios de la Palabra”. Si le escuchamos y le rogamos con sinceridad que nos conceda sabiduría, nos la dará generosamente (Stgo 1,5), y sabremos el camino de la verdadera espiritualidad a seguir (Lc 11,13).
-“Celebrar la espiritualidad y sabiduría recibida”. Convivencia en la transparencia y el amor de hermanos. “Que sean uno” (Jn 17,21-23), todos guiados por un mismo Espíritu y en plena entrega a conseguir un mismo objetivo: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tuvieran amor los unos con los otros”. (Jn 13,35). Es mandamiento de la misma sabiduría divina: “El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 4,21).

¿Cómo saber cuando hemos
adquirido esta espiritualidad?
La espiritualidad y sabiduría divina es cosa práctica, no teórica, y si la hemos adquirido de verdad, reflejará en nuestro comportamiento. El Apóstol Santiago nos deja ver los frutos que produce la verdadera espiritualidad y sabiduría divina, y en dónde ha de estar el trabajo maduro de esta preparación espiritual para la JMJ2019: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita” (3,17).
-“Casta”: Significa “con pureza de vida o limpieza interior y exterior. La espiritualidad está vinculada con la vida interior, la del corazón, el cual no puede recibir este don de Dios si se halla manchado con impurezas en acciones, pensamientos, sentimientos, deseos o intenciones (Prov 2,10; Mt 15,19-20). Es trabajar en apartarse de lo malo y acercarnos a lo bueno en todo (Sal 37,27; Prov 3,7). Es la primera cualidad a adquirir, dado que no podremos reflejar una espiritualidad y sabiduría divina verdadera si no vivimos con pureza moral y espiritual.
-“Pacífica”: porque nos mueve a buscar la paz, a ser la paz en los que animamos (Gal 5,22). Va unido a la pureza de corazón, pues se trata de mantener el vínculo de la paz, que une al pueblo de Dios (Ef.4,3), la armonía en todo tiempo y circunstancia: “Continúen… viviendo pacíficamente; y el Dios de amor y de paz estará con ustedes” (2 Cor 13,11; Filp 4,5; Mt 5,23-24). Y esto es posible si el corazón es limpio.
-“Razonable” (Stgo 3,17): abierta a la obediencia, por eso “flexible, amable, paciente, considerada”. No es tanto cómo nos vemos nosotros, sino cómo nos ve el prójimo, qué fama tenemos, en qué nos pide crecer. Es preparar personas dispuestas a escuchar, a ser amables, flexibles con prudencia de perfección y servidores del bien de los demás (1 Tes 2,7-8).
-“Lista para obedecer”: pues quien se rige por la espiritualidad y sabiduría divina, es persona servicial, dispuesta, comprometida, en bien de los demás, y se somete de buena gana a los mandatos de la Sagrada Escritura en perfección de vida o en corrección de errores, de equivocaciones.
-“Llena de misericordia y buenos frutos”: cualidad integral dado que la espiritualidad y sabiduría divina está llena de misericordia y sólo conoce de buenos frutos (cf Mt 7,16-21; Lc 6, 43-44; Gal 6,10).
-“Sin distinciones y sin ser hipócrita”: obedientes a la verdad, con trato transparente y fraterno, sin hipocresía (1Pe 1,22). Nuestra preparación y vida debe ser auténtica y que brote del corazón, del deseo de bien a los demás. Así ganaremos la confianza entre nosotros mismos y de los demás, proyectando una imagen que corresponde a la realidad y fomentando la franqueza de vida.