Un poco de historia.
La Virgen hizo su aparición en una nube en la que había una imagen de María, la nube estaba situada en tierra santa, sobre el monte Carmelo, y en su honor construyeron allí un hermoso templo (1Re 18,44). En este monte numerosos profetas rindieron culto a Dios. Aquí nace la devoción a esta advocación mariana desde los profetas Elías y Eliseo, su discípulo. Muchos otros desean seguir la espiritualidad mariana, y siguiendo a los profetas se retiraban a esta montaña y sus cuevas para llevar vida de oración, penitencia y austeridad, a solas con Dios, como ofrenda en bien de la humanidad.
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente, decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo.
Significado del Carmelo
El Carmelo es un lugar geográfico de Israel, sobre la bahía de Haifa, en el mediterráneo. Por su belleza, tradicionalmente se ha hecho derivar la palabra «Carmelo» del hebreo Karem El, que significa «jardín de Dios» o «viña de Dios», aunque también se puede traducir sencillamente por «huerto» o «vergel» (Is 35,1ss; Jer 46,18; Cant 7, 6-7).
Los devotos del siglo XII llegados al Monte Carmelo decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, y fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas. Su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen, mujer del silencio y de la oración, misericordiosa e intercesora de las almas del purgatorio y guardiana de las causas difíciles que navegan en las aguas de este mundo, en el camino hacia la casa de Dios. Por eso se le conoce también como “Stella Maris”, “Estrella del Mar”, que ilumina, ampara, guía y anima a todos los que hacen del mar su lugar de trabajo.
El escapulario del Carmen
y la promesa de la Virgen
Es el signo externo de la devoción a la Virgen del Carmen, y de pertenencia a la Orden del Carmen. Es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, “un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia” (S.C.60).
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: “Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno”; es decir, quien muera con él, se salvará.
El Papa Pío XII recuerda que el escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las virtudes de María, signo de pertenencia a Ella, y vínculo de amor al ser familia de la Santísima Madre. Sus palabras invitan a reconocer su valor y espiritualidad: “Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad. Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor. Vean, sobre todo, en esta librea que visten día y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino. Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratísimo Corazón de la Virgen” (Papa Pío XII, el 11.2.1950).
Privilegio sabatino
Además de la promesa de salvación para quienes mueran con el escapulario, lleva consigo el llamado privilegio sabatino. Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería Papa con el nombre de Juan XXII, y añadió: “Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, – o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte sean trasladadas sus almas al cielo”.
Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen de 1950, enseña: “A la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus hijos que expían sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida eterna por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio sabatino”.