Robustecer liderazgos dentro y fuera de la Vida Religiosa que apunten a una transformación social en beneficio de los migrantes, ha sido uno de los compromisos asumidos por los participantes del Seminario Continental convocado por la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR).
Por Marianne Colmenárez
Luego de cuatro días de reuniones y diálogos, los 24 representantes de 13 países de América Latina y el Caribe que participaron en el seminario continental «Personas Migrantes, Refugiadas y Desplazadas» reafirmaron su compromiso y misión frente al fenómeno migratorio que se vive en la región.
La Confederación Latinoamericana y del Caribe de Religiosos y Religiosas hizo pública una declaración final, en la que enfatizan la responsabilidad asumida en cuatro puntos concretos.
En primer lugar, reconocen que las personas en movilidad humana son para la vida religiosa un lugar teológico porque constituyen un llamado a servir a Cristo que migra, así como una oportunidad para ser evangelizadas por personas que viven de facto el misterio pascual.
“La Vida Religiosa al servicio de las personas migrantes confirma una vocación, pero también se reinventa y descubre un nuevo lugar eclesial”, resaltaron.
Partiendo de los testimonios que pudieron escuchar, de migrantes y refugiados que llegaron desde otros países luego de cruzar el Darién, así como también de las experiencias relatadas por los agentes de pastoral, reaccionaron con indignación ante la violación de la dignidad humana, los abusos y las violencias que sufren.
“Denunciamos la corrupción que hace de las situaciones de vulnerabilidad migratoria un negocio; las grandes empresas y el crimen organizado que provocan miseria, desplazamientos obligados a personas campesinas, pequeñas propietarias y a quienes tienen que huir de la pobreza, de situaciones de violencia y de la acción depredadora contra la Casa Común”.
En su declaración señalan a los Estados y a sus gobiernos, por no facilitar la migración regular o por la falta de leyes, políticas y acciones efectivas de gobernanza migratoria.
Sensibilización e incidencia
En el comunicado instan a las congregaciones religiosas, a las iglesias y pastores del continente a que “elijan prácticas de acogida, respecto y solidaridad en cada encuentro con personas migrantes y desplazadas”.
Les exhortan a sumarse para “fortalecer su presencia a través de estudios sobre el fenómeno, colaborando en la comunicación verdadera sobre esta realidad y sobre todo con sus miembros y dones, en la misión de acoger, proteger, promover e integrar”.
“Es decisivo enterarse de la realidad de las personas migrantes y refugiadas, sentir sus padecimientos como propios y comunicar su preocupación en sus propios ambientes pastorales”, señalaron.
Para la CLAR, la atención directa, así como la acción de sensibilización y de incidencia son igualmente necesarias. “Faltan manos, pies y cabezas en la compañía de las mayorías populares en movilidad”.
Denuncian la omisión de liderazgos civiles, religiosos y gubernamentales que ignoran el sufrimiento de tantas personas.
Nuevos desafíos
Tomando como base el llamado del Santo Padre de ir construyendo un Nosotros cada vez más grande, dejaron plasmada la urgente necesidad de fortalecer su presencia en la Red CLAMOR, en la Red Jesuita con Migrantes y en las redes de la Vida Consagrada contra la trata de personas.
“Urge promover otros espacios de articulación con las personas migrantes, conformar nuevas redes locales de intervención calificada y robustecer liderazgos dentro y fuera de la Vida Religiosa que apunten a una verdadera transformación social en beneficio de todas las personas migrantes en Panamá y en nuestro Continente”.
Atentos a los signos de los tiempos
Miembro de la CLAR
“La iglesia nos llama a responder a las necesidades y aminorar los sufrimientos de los Cristos crucificados actuales”.
Teólogo
“Tengamos apertura como creyentes, veamos en el otro no solo un problema sino a una persona que tiene la misma dignidad de uno”.
Hermana Teresiana
“Nos unimos cuatro hermanas de tres congregaciones diferentes para ayudar a los migrantes que cruzan la frontera de Panamá con Costa Rica.”
