A pesar de las limitaciones, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, siguen brindando protección y seguridad a 70 adultos mayores.
Por Marianne Colmenárez
Hay capacidad para 150 abuelitos; pero actualmente solo pueden atender a 70. Sus instalaciones requieren con urgencia arreglos y mantenimiento.
“A simple vista se aprecia que los techos de los distintos pabellones requieren ser cambiados. En algunas áreas urge también reparar los frisos de las paredes, pues el tiempo y la humedad les ha deteriorado considerablemente. Por seguridad, las autoridades no nos permiten el ingreso de más adultos mayores y lo entendemos”.
Así lo informó Sor Antonieta Hernández, actual administradora del Hogar Bolívar. Proveniente de Guatemala, la religiosa asumió esta responsabilidad desde hace más de un año, conoce a profundidad las múltiples necesidades del asilo.
A pesar de tener una infraestructura no apta, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl siguen trabajando con las uñas y confiando en la Providencia Divina.
“El pueblo panameño es muy solidario, gracias a un donante pudimos reparar el sistema eléctrico, pero según los presupuestos se requieren más de 300 mil dólares para llevar a cabo el arreglo de los techos y paredes”, afirmó.
El Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) les apoya con el pago de planilla de 36 trabajadores, la Lotería Nacional paga 5 sueldos y el resto, 49 empleados es asumido por el mismo Hogar Bolívar. Adicional el MIDES cubre la comida que se les ofrece a las personas mayores y el pago de los servicios públicos como luz, agua y aseo.
Del resto, Dios se vale de sus fieles que aportan a la cuenta bancaria y de allí logran el pago del resto del personal de atención integral, alimentación, mantenimiento, lavandería, fisioterapia, terapia ocupacional, entre otras áreas.
Los residentes reciben atención médica y cuentan con dos ambulancias.
Debido a los gastos elevados en cuidados y alimentación, las Hijas de la Caridad no descansan, diariamente envían cartas a las instituciones y empresas, para invitarles a que sean donantes de la obra.
Triste realidad
La gran mayoría de quienes viven acá fueron abandonados por sus familiares. Sor Antonieta comenta que reciben diariamente entre 10 a 12 llamadas telefónicas, de personas que buscan dejar a sus abuelos en el asilo.
“¿Por qué abandonarlos?, hoy más que nunca ellos necesitan de nuestro cariño, veámoslos como lo más grande del país, dieron todo para engrandecerlo. Después de haber dado la vida, necesitan del amor y cuidados de sus hijos y nietos, que mueran con dignidad, tranquilidad, gozo y alegría”, exhortó la religiosa.
Una experiencia de amor
Inspiradas por sus fundadores, las nueve religiosas que allí conviven respetan la dignidad y la sabiduría de los adultos mayores, les ofrecen amor y atención de distintas maneras.
“Ellos disfrutan muchísimo el poder conversar con alguien, cuentan sus experiencias, historias llenas de alegrías y tristezas. Siempre tienen el deseo de compartir y la esperanza de ser visitados por sus hijos o familiares; nosotros los queremos, pero para ellos no es lo mismo”, dijo Sor Antonieta.
Las hermanas ofrecen un espacio privado que contratan los familiares, donde pagan cierta cantidad de dinero, algunos ancianos pagan con el cheque de 120 a los 65 y otros con su jubilación.
Un tesoro para el país
El Asilo Bolívar fue inaugurado el 19 de marzo de 1883 por el cubano José Gabriel Duque. En diciembre de 1898, sus fundadores les otorgaron la administración a las hermanas de las Hijas de San Vicente de Paúl. La religiosa nicaragüense Sor Telma Morán es su actual directora.
Para quienes no conocen la obra, está ubicada en Villa Lorena, corregimiento de Río Abajo. Pueden colaborar donando productos de higiene como jabón de baño, crema Urea, pañales de adultos, champú, entre otros artículos.