“Hoy el Maestro quiere enseñarnos que somos sus ovejas”, Mons. Ulloa.  

“Hoy el Maestro quiere enseñarnos que somos sus ovejas”, Mons. Ulloa.  

redaccion@panoramacatolico.com

“Los mando como ovejas entre lobos”, frase que para el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, que salen del mismo Jesús en el evangelio de hoy, y donde además advierte a los apóstoles que serán perseguidos.

“Dan ganas de no seguirle”, dijo Monseñor Ulloa en su homilía de hoy viernes, y sin embargo recordó que, en la primitiva iglesia, muchos seguidores y predicadores de Jesús se vieron reflejados en estas palabras, muchos murieron martirizados por seguir a Jesús, por no renunciar a él. 

También señaló que es cierto que el mismo Jesús, por predicar su buena noticia, recibió la muerte en la cruz, y que muchos, desde entonces y desde ahora, rechazan a Jesús y a sus seguidores, pero aún así sigue habiendo mártires cristianos.

Asimismo, advirtió que ayer como hoy, el Señor nos pide que demos testimonio, es decir, que ni los enemigos de Dios, ni los perseguidores de la Iglesia puedan verse privados de nuestro testimonio de cristianos.

Con firmeza indicó que el que vive en Cristo no discrimina a nadie, sea el otro un santo o un pecador, un hombre virtuoso o un depravado, sea de la raza y nivel cultural que sea, y debe de recibir el testimonio de Cristo, pues el Espíritu Santo puede concederle el don de la fe. “De esta manera, no tememos que nos “odien” e incluso que nos quiten la vida”, aseveró.

Reconoció que son los “poderosos” de este mundo los que discriminan, los que imponen sus motivos por la fuerza, los que no tienen en consideración a los que no piensen como ellos, y que no dudan en robarles la vida; pero nosotros, en cambio, tenemos que ser sencillos y sagaces para descubrir la “puerta,” es decir, mostrar el momento en que podemos presentar la fe en Jesucristo.

Para reafirmar lo anteriormente expresado, Monseñor Ulloa indicó que por eso, los discípulos no pueden ser lobos en el mundo en que estamos. Por el contrario, somos ovejas y tenemos un pastor, que es Jesús.

“Lo que nos diferencia del mundo no es lo que somos, sino aquel que seguimos: Jesús, nuestro Señor y Salvador”, señaló tras comentar que hay algo muy importante que el Maestro quiere, hoy, enseñarnos es que somos sus ovejas. 

Ante de finalizar su homilía, expresó que la evangelización depende de dos cosas esenciales: la estampilla de la gracia de Dios y la carta de tu vida. ¡No descartes la gracia!, exclamó. 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

Homilía Viernes XIV 10 de julio

José Domingo Ulloa Mendieta

Los mando como ovejas entre lobos

La verdad es que, oyendo a Jesús en este evangelio, dan ganas de no seguirle, porque no solo anuncia a sus apóstoles que les envía como ovejas en medio de lobos, sino que van a sufrir toda clase de persecuciones, será causa de la división de las familias, “todos os odiarán por mi nombre”.

Es cierto que, en la primitiva iglesia, muchos seguidores y predicadores de Jesús se vieron reflejados en estas palabras, muchos murieron martirizados por seguir a Jesús, por no renunciar a él.

Es cierto que el mismo Jesús, por predicar su buena noticia, recibió la muerte en la cruz. Es cierto que muchos, desde entonces y desde ahora, rechazan a Jesús y a sus seguidores y que sigue habiendo mártires cristianos.

Miren que los mando como ovejas entre lobos; por eso, sean sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fíen de la gente, porque los entregarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas y los harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así darán testimonio ante ellos y ante los gentiles.”

Parece que el Señor nos pide que seamos desconfiados, que “sospechemos” de los demás.

Pero Jesús lo que nos pide es que demos testimonio, es decir, que ni los enemigos de Dios, ni los perseguidores de la Iglesia puedan verse privados de nuestro testimonio de cristianos.

El que vive en Cristo no discrimina a nadie, sea el otro un santo o un pecador, un hombre virtuoso o un depravado, sea de la raza y nivel cultural que sea, y debe de recibir el testimonio de Cristo, pues el Espíritu Santo puede concederle el don de la fe. De esta manera, no tememos que nos “odien” e incluso que nos quiten la vida.

Son los “poderosos” de este mundo los que discriminan, los que imponen sus motivos por la fuerza, los que no tienen en consideración a los que no piensen como ellos, y que no dudan en robarles la vida.

Nosotros, en cambio, tenemos que ser sencillos y sagaces. Sencillos para saber que lo que ofrecemos no es nuestro, pues es el Señor el que cambia los corazones. Y sagaces para descubrir la “puerta,” es decir, mostrar el momento en que podemos presentar la fe en Jesucristo.

Con prudencia y humildad somos guiados por Dios: “Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma.” (Mt 10, 16)

No es necesario decir que vivimos en un mundo confuso, llenos de mezclas donde el bien está junto con el mal, donde el correcto está junto con el equivocado, donde la confusión realmente reina.

Lo importante y necesario es diferenciarse, y diferenciarse no significa que soy mejor que los demás, es solo que yo sepa, para donde estoy caminando o quien estoy siguiendo.

Por eso, los discípulos no pueden ser lobos en el mundo en que estamos. Por el contrario, somos ovejas y tenemos un pastor, nuestro Pastor es Jesús.

Lo que nos diferencia del mundo no es lo que somos, sino aquel que seguimos: Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Hay algo muy importante que el Maestro quiere, hoy, enseñarnos es que somos sus ovejas.

Estos dos pilares son fundamentales para vivir en el mundo como seguidores de Jesús, sin ellos nosotros nos perdemos: el primero, por supuesto: la prudencia. Ser una persona prudente, no sea “ingenuo”: no es ser un tonto en el mundo”, nos ser aquella persona que no sabe diferenciar el bien del mal, lo correcto del equivocado.

Ser prudente no es ser aquella persona que cree que todo el mundo es bueno y maravilloso, o el dejarnos engañar, fácilmente, sin indagar de manera ingenua los hechos, de la vida y de las realidades.

Hoy más que nunca es necesario la prudencia en las elecciones, en las conversaciones y en todo aquello que hacemos.

Y la base de la prudencia evangélica viene de la simplicidad, ser sencillo como las palomas. La sencillez es aquel que es humilde, y humilde es aquel que aprende, escucha y se pone en tu lugar.

El humilde es aquel que reconoce sus errores; que escucha a Dios y se deja guiar por Él. El humilde es aquel que pide perdón y vive la reconciliación; es aquel que se deja guiar por Dios en las direcciones en la vida.

Por lo tanto, con humildad y prudencia, Dios nos va a guiar en el camino de la vida.

¿Te causa cierto temor que el Señor te envíe a evangelizar? Tal vez piensas que no eres tan santo, que no tienes las suficientes habilidades o que no eres tan simpático. Pero, intenta leer las palabras “yo los envío” desde una perspectiva distinta.

Cuando envías una carta a un amigo, procuras que se vea presentable. Eliges un papel bonito, un sobre limpio, utilizas tu mejor bolígrafo y procuras usar las palabras adecuadas. Pero, en realidad, la verdadera “fuerza” que mueve la carta es la estampilla que se adhiere al sobre. Si hay una palabra mal escrita o una esquina doblada, eso no importa; la carta siempre llegará a su destino mientras tenga una estampilla. Tú confías en que tu amigo la recibirá y apreciará el gesto.

Ser enviado por Jesús no es muy diferente. Somos como cartas enviadas por Dios. Cada palabra de aliento y cada obra de caridad puede comunicar el amor de Dios a las personas con quienes tenemos contacto. San Pablo dijo a los corintios que ellos eran una “carta… escrita por Cristo mismo… no en tablas de piedra, sino en corazones humanos” (2 Corintios 3, 2. 3).

Es obvio, pues, que querrás que tu carta tenga la mejor letra posible, es decir, querrás vivir de una forma digna de la bondad de Dios y pronunciar palabras que animen a las personas. Con todo, también sabes que la verdadera “fuerza” de la evangelización no radica únicamente en tu habilidad o esfuerzo: ¡necesitas la estampilla de la gracia de Dios!

El Señor nos pide que seamos astutos. Sí, ser enviado requiere de nuestro tiempo y esfuerzo; pero recuerda: la evangelización depende de dos cosas esenciales: la estampilla de la gracia de Dios y la carta de tu vida. ¡No descartes la gracia! No olvides que Dios desea que su palabra sea proclamada: y no olvides que él quiere ayudarte para que seas lo más eficaz posible.

Así que sigue pronunciando palabras de esperanza y realizando obras de bondad. Pero también descansa en el conocimiento de que esto no depende solo de ti; también depende de Aquel que te envía, el Dios que te ha sellado con su gracia. Él conoce tus manchas y esquinas dobladas, y te está enviando de todas maneras porque confía en el poder de la estampilla que ha adherido a tu vida. (La Palabra Entre Nosotros)

“Aquí estoy, Señor. Envíame a mí”.

 PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ