Es el anuncio del Evangelio, la presencia viva de Jesucristo, lo que la Iglesia quiere presentar al que está discerniendo la búsqueda de sentido de su vida. Y la persona libremente decide seguirlo, deseando formar parte de ese proyecto de salvación que Dios tiene para ella. La entrada al catecumenado constituiría ese deseo de formar parte de los seguidores de Jesús, a través de la comunidad cristiana.
En las etapas del seguimiento de Jesucristo el anuncio del Evangelio va a cuestionar e iluminar la vida de los que inician el camino. Reflexionar sobre cómo el proyecto personal es visto desde el punto de vista del anuncio del Reino es importante para esa adhesión personal a Jesucristo. Toda la vida debe quedar impregnada de la propuesta de Jesucristo, de tal forma, que se pongan las bases sólidas para los compromisos que vendrán después. El proyecto del Reino de Dios debe ser, a partir de ahora, el centro, el motor que impulse la vida cristiana del individuo. Lo que se busca es la formación cristiana integral, del aprendizaje de la fe y de la vida cristiana, y también, que se madure la conversión y adhesión a Jesucristo.
La persona que se inicia va a vivir algunos conflictos en su vida, en lo que se refiere, a los nuevos valores que como cristiano está asumiendo, y los valores presentes en la sociedad de hoy. En esta etapa del seguimiento de Jesucristo surge esa lucha interna, para que en medio de esa crisis o conflicto haga una opción por continuar en ese seguimiento. Por tanto, en esta formación integral de la iniciación cristiana se incluye un tiempo de lucha espiritual contra el mal y el pecado. Todo esto tiene que quedar muy claro, porque seguir a Jesús no es color de rosa; es entrar en un camino estrecho; es ir contra corriente; es ser signo de contradicción, ser incomprendidos.