Tema 39 Lc. 19, 1 – 28 El ciego de la semana pasada reconoció a Jesús como el Mesías que habría de instaurar el Reino de justicia que él no quiere perderse de ver, Jesús le devuelve la visión espiritual y de fe. Y hoy estamos junto al hombre que según el evangelista es pequeño de estatura, ya que tuvo que subirse a un árbol, porque quiere ver a Jesús.
Es un jefe de cobradores de impuestos, con mucho dinero mal habido, pero en su deseo de ver al Maestro, pierde su compostura, su dignidad social, basada en el poder y la riqueza, Jesús ve todo y le sigue la corriente y se invita a comer en casa de Zaqueo, esto hace que los hipócritas critiquen a Jesús.
¡Cuánto no sería el amor que Jesús le mostró a Zaqueo, que él se va desprendiendo de todos sus bienes: la mitad para los pobres; y reconociendo por ley que ha robado, inicia la devolución de la otra mitad que corresponde, según el Derecho Romano, que es devolver cuatro veces más a quien robó!
Después de observar cuánto devuelve Zaqueo, queda una pregunta: Al cumplir con la justicia que quiere Dios, ¿qué le queda a Zaqueo?, pobreza material y quizás una deuda que tendrá que pagar toda su vida y así rehacer toda su vida espiritual.
El evangelista habla claro a los ricos: ellos deben practicar la justicia y hacerse pobres (Dichosos los pobres de Espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos) para comprender el evangelio, tener fe y confianza en la justicia que Dios quiere. Ser hijo de Abraham es pertenecer al pueblo de Dios y practicar la justicia, pues así sólo podrá al pueblo de Dios salvarse.