Jóvenes, protagonistas de la Iglesia y el mundo

Sin distinción de fronteras y culturas, los muchachos y muchachas de este tiempo viven acosados por el “chantaje de la violencia” y del hedonismo; por la mentira de la vida fácil y la belleza cosmética, por el culto a la superficialidad y la ausencia de modelos a seguir.

Esto presenta para la Iglesia un gran desafío para salir al encuentro de tantos jóvenes que viven en la mayor soledad en medio de un mundo donde las redes sociales han creado un continente digital en el que cohabitan millones y millones de personas interactuando permanentemente.

A estos jóvenes, tan frágiles y solos, Jesús también les está invitando a un encuentro con Él, como lo hizo con Andrés y Juan en el Evangelio de hoy.

¿Cómo estamos presentando a la juventud actual a Jesucristo, camino, verdad y vida? ¿Cómo estamos dialogando con ellos, a través de una comunicación vertical, más que horizontal, que permita un verdadero diálogo?

El Sínodo de los obispos, que el Papa Francisco ha llamado el “Sínodo de los jóvenes”, a realizarse este año en el mes de octubre, nos ofrece una posibilidad riquísima para evaluar y encaminar por nuevos senderos la evangelización del mundo juvenil.

Para eso, como Iglesia, tenemos que tener capacidad de escucha y de apertura a todos los jóvenes sin distinción ni exclusión.

El Papa Francisco ha insistido en el protagonismo de la juventud para cambiar el mundo y la apertura de la Iglesia, como punta de lanza para transformar el mundo.

En la Vigilia del sábado 8 de abril del 2017, el Papa desarrolló estos aspectos de manera precisa. Describió que el “drama” de este mundo es que a menudo los jóvenes “son descartados”: “no tienen trabajo, no tienen un ideal, les falta la educación, integración, muchos deben huir, emigrar; los jóvenes hoy, es duro decirlo, son materiales de descarte y no lo podemos tolerar y por eso hacemos este Sínodo, para decir ‘los jóvenes están aquí’ y por eso queremos ir a Panamá, para decir ‘los jóvenes están aquí’”.

Cada joven tiene algo que decir a los otros, tiene algo que decir a los adultos, tiene algo que decir a los sacerdotes, a las religiosas, a los obispos y al Papa. Todos tenemos necesidad de escucharlos. Por eso dejó bien claro que en el Sínodo ningún joven debe sentirse excluido; porque no es solo para los jóvenes católicos, sino también para los que se declaran agnósticos, o tienen una fe tibia, los que se han alejado de la Iglesia y los que se dicen ateos.

Invitó a los jóvenes a hacer este camino hacia el Sínodo y hacia Panamá sin miedo, sin inquietudes, sin vergüenza, hacerlo con coraje.  Y recalcó que: “Ni el Sínodo ni la JMJ serán un espectáculo, un circo en el que después se olvide todo. No: algo concreto. La vida requiere lo concreto y esta es vuestra vocación”.

Una jornada latinoamericana

¿Qué encontrará la juventud del mundo en Panamá? La expresión y vitalidad de una pequeña Iglesia con 504 años de tradición, que  desde sus inicios ha estado acompañada de la Madre de Dios, bajo la advocación de Santa María la Antigua, primera devoción mariana en tierra firme, que camina hacia el encuentro con Jesucristo.

Una Iglesia que manifiesta su fe desde la riqueza pluricultural y multiétnica, de su pueblo que celebra su amor a la Virgen y a Jesucristo con los ritmos alegres de nuestra cultura.

Una Iglesia con la fuerza de los aires de la conversión pastoral que pide el Documento de Aparecida, para experimentar un verdadero pentecostés eclesial y social.

Encontrarán, además, gente cálida y muy fraterna que recibe al que llega con una espontaneidad y alegría que los hará sentirse en familia.

Una Iglesia que refleja la realidad de la Iglesia Centroamericana que se prepara en 22 diócesis de Panamá, Costa Rica y Nicaragua, para recibir a los peregrinos del mundo, para vivir la experiencia de “Los Días en las Diócesis” , que les permitirá conocer la cultura, la historia y las fortalezas de una región.

También podrán experimentar cómo aún se vive con esperanza en medio de situaciones de exclusión y pobreza, del tráfico de drogas, de las maras, la trata humana, la esclavitud, en las que se ven envueltas nuestra juventud.

Todos sabemos que estos jóvenes de hoy no se dejarán impresionar fácilmente. Con ellos no funcionan las frases hechas, los discursos teatrales o los slogans diseñados para afiebrar sus emociones.

Nuestros jóvenes, igual que en los tiempos de Jesús, buscan testigos, referentes llenos de contenido y experiencia; con camino recorrido a pie, con kilometraje, y no un Dios aprendido e intelectualizado; ellos andan en búsqueda de quien les muestre a Dios, y no quien les hable de Él.

Testigos en el mundo actual

Este encuentro de los jóvenes con Cristo debe llevarlos a la confrontación consigo mismos y con el adoctrinamiento del sistema de anti valores que impera. Es una batalla que hoy se muestra en la segunda lectura, cuando Pablo le propone a los corintios esa teología del «cuerpo» humano que parece haberse olvidado en nuestros días. Nuestros muchachos y muchachas son presa actualmente de una nueva esclavitud, y la carnada es la sexualidad, a la que se le ha divinizado como se hacía en los tiempos de Corinto.

Será en nosotros, laicos comprometidos con la promoción humana y espiritual de los jóvenes, y en el clero que se supone hemos consagrado nuestra alma y nuestro cuerpo al Señor, donde los jóvenes deben encontrar propuestas diferentes, frescas, liberadoras, llenas de riqueza y consecuentes con el Evangelio.

Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, osa  / Arzobispo Metropolitano