La amistad es un regalo

La amistad es un regalo

Qué hermosa es la amistad, ya dice Santa Teresa de Ávila: “la amistad con Dios y la amistad con los demás son la misma cosa.

No podemos separar una de la otra”, sin la amistad con Dios, se hace más difícil la amistad con el prójimo.

El Papa Francisco en su exhortación postsinodal “Christus Vivit “ en los numerales 150 al 154 nos recuerda que la amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. A través de los amigos el Señor nos va puliendo y nos va madurando. Al mismo tiempo, los amigos fieles, que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del Señor, de su consuelo y de su presencia amable. Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a otros, a salir de nuestra comodidad y del aislamiento, a compartir la vida. Por eso «un amigo fiel no tiene precio» (Si 6,15). 

La amistad es una relación estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo. Aunque los amigos pueden ser muy diferentes entre sí, siempre hay algunas cosas en común que los llevan a sentirse cercanos, y hay una intimidad que se comparte con sinceridad y confianza.

Es tan importante la amistad que Jesús mismo se presenta como amigo: «Ya no los llamo siervos, los llamo amigos» (Jn 15,15).

La amistad con Jesús es inquebrantable. Él nunca se va, aunque a veces parece que hace silencio. Cuando lo necesitamos se deja encontrar por nosotros (cf. Jr 29,14) y está a nuestro lado por donde vayamos (cf. Jos 1,9). Porque Él jamás rompe una alianza.