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La belleza: fuente de la catequesis

La belleza: fuente de la catequesis

Toda belleza procede de Dios y lleva al encuentro con Jesucristo, Dios encarnado, a través de la creación, las obras de arte y las acciones de las personas que respondieron a la gracia de Dios.

Comisión Arquidiocesana de Catequesis

Así como la teología es fuente de la catequesis, también lo es la belleza.  Dios mismo es fuente de todo esplendor y belleza; según narra el Génesis en la creación, “vio Dios que todo era bueno”.  Todo está armonizado, porque Dios lo bendijo. Y el hombre es el culmen de esa creación, pues, a diferencia de los demás seres, éste fue hecho a su imagen y semejanza.  Por su perfección y belleza, la creación en su esplendor, causa admiración y asombro, un éxtasis que llena el corazón de alegría dando paso así a lo trascendente.  En el Nuevo Testamento, la belleza se concentra en la persona de Jesucristo. Él pronunció palabras fascinantes, que llenaron de esperanza y alegría a sus interlocutores: “tus pecados quedan perdonados”, “te daré un agua para que nunca más tengas sed”.

Toda belleza puede ser un sendero que ayuda al encuentro con Dios

En su tarea de profundizar el kerygma para ayudar a madurar la fe de los creyentes, la catequesis debe prestar atención especial a la belleza, pues ésta puede ser un sendero que ayuda al encuentro con Dios, aunque el criterio de su autenticidad no puede ser sólo estético. Es necesario discernir entre la belleza verdadera y las formas aparentemente bellas pero vacías, o incluso nocivas. (DC 108).

El ser tocados y cautivados por la belleza de Cristo y su Evangelio produce un conocimiento más real y profundo que solamente la reflexión teológica.  El catequista debe encontrar esta forma de conocimiento de Dios, mostrando la belleza infinita de Dios en la creación, en las obras magníficas de arte de la iglesia, en la vida de los santos, especialmente la Virgen María, y ser capaz de interpretar esa información para apoyar el crecimiento de la fe. La iconografía, con los bellos y expresivos rostros de las personas representadas, reflejan la gracia de quienes supieron corresponder a los dones divinos.

Luces. La catequesis se sirve de la belleza para educar en la fe
La belleza auténtica la encontramos en la naturaleza, en los valores de las personas, en obras de arte y en las acciones humanas, pues es el resplandor que surge del encuentro de lo verdadero y de lo bueno, con la acción de las personas en el servicio a Dios y a los demás, especialmente los más necesitados.