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La Biblia: un encuentro personal con Dios que alimenta el alma en nuestro diario vivir

La Biblia: un encuentro personal con Dios que alimenta el alma en nuestro diario vivir

Los católicos deben saber que hay libros que no están en otras biblias. Ellos son: Tobías, Judith, 1 y 2 de Macabeos, Eclesiástico, Sabiduría, Baruc y Ester. Si no los tiene, no es Biblia católica.

 

Elizabeth Muñoz de Lao

Leer la Biblia es alimento para el alma, sin embargo, a muchos católicos nos cuesta zambullirnos en ese manantial de vida, de esperanza y de amor que constituyen las Sagradas Escrituras.

Para Javier Díaz Perea, misionero, evangelizador y predicador laico del Ministerio Renuévate, no se trata de que nos cueste leer la Biblia, sino de que nuestra raíz católica ha sido débil y no reforzada desde el hogar.

“Nos han dado contextos frágiles y cortos, nos han ido quitando el norte, nos quieren narrar cuentos, historias, y no nos han enseñado la verdadera fuente para que esto se convierta en un mundo a explorar”, puntualizó.

Esa fuente es la Sagrada Escritura, la Palabra, que nos abre esa puerta para ver el antes y el después de un acontecimiento,  que abren un contexto mayor y una riqueza inigualable que provoca seguir averiguando más.

Hay cuatro criterios para leer y comprender el Libro Sagrado, explicó.

 

El primero es que “hay que depender de la asistencia del Espíritu Santo. En este primer criterio, me hago humilde, porque no puedo poner en todo mi razón; cuando pongo mi razón, voy a lo literal”, destacó.

 

El segundo criterio es que “debo dejarme sorprender por esa Palabra que estoy leyendo, como algo actual, como un tesoro que acabo de encontrar. Más allá del contexto histórico, es cómo lo traigo de la historia a la vida real para mi provecho personal”, dijo.

El tercer criterio, es que esa Palabra la pueda llevar a la práctica. Aquí fue enfático en olvidarse del contexto literal, porque no es que la Biblia dice “sácate el ojo si te es ocasión de pecado”, sino practicar aquello a lo que está invitando esa Palabra en el diario vivir, en el hogar, en cómo se hace dogma y carne, pero en los pequeños actos.

El cuarto criterio es guardar, porque la palabra es como cuenta gotas, que siempre queda algo que va generando y permeando en un estilo de vida.

 

Madre y maestra

Pero, ¿el contexto y la época en que se escribieron los textos de la Biblia, tienen que ver o no con su comprensión?

Al respecto, Díaz Perea resaltó que él está seguro de que la Iglesia, como madre y maestra, se vuelve ese filtro para darnos ese contexto real, de qué es lo que podemos extraer. A diferencia de los hermanos protestantes y otras denominaciones religiosas, que estos textos quedan a su libre interpretación, en la Iglesia católica no es así. Esa interpretación queda sometida a la maestra, que es la Iglesia y nos lleva a reflexionar.

Asimismo, está el tema de aprender un texto de memoria: se puede caer en el pecado de que se vuelva algo textual y puede privar al creyente de contextualizarlo. Un texto hoy, puede dar una enseñanza, y mañana puede volver a leerse la misma Palabra e ilumina otra área de la vida.

Se usa con frecuencia en clases de Religión en los colegios del país.

La Palabra es una riqueza que no se puede alimentar solo en texto, hay que vivirla conforme a las circunstancias, momentos y épocas actuales, y desprenderla de la parte netamente histórica, porque se estaría reduciendo a su mínima expresión.

¿Y qué se recomienda para que los católicos lean la Biblia adecuadamente?

En primer lugar, es importante acercarse a fuentes fidedignas católicas, tener una biblia de estudio, ya sea digital o de papel, que nos permita tener un marco referencial, que trace la ruta de lo que leemos.

Asimismo, hay que acercarse a pastorales o a movimientos en que la Palabra sea el centro.

Recomienda los cursos bíblicos, pero estando dentro de una comunidad en que la Palabra sea reflexionada de manera constante y debidamente.

Aquellas personas que no están en grupos, deben abrirse a la gracia del Espíritu Santo pidiendo asistencia, y leer las referencias que trae la Biblia, o buscar algún conocido o sacerdote que sepa cómo reflexionarla.

 

¿Cómo elegir la Biblia?

Para saber cómo distinguir la Biblia católica, esta tiene 46 libros en el Antiguo Testamento, y 27 en el Nuevo Testamento. Regularmente tiene una carta de referencia o autorización firmada por un obispo católico en la primera página, o llevan un referente de una diócesis, prelatura, o conferencia episcopal.

Recomienda la Biblia Jerusalén, que es de estudio; la Biblia para el pueblo de Dios, Biblia Didáctica para Jóvenes, la Biblia Latinoamericana, la Biblia Infantil.

 

Defendamos nuestra fe

Para nadie es un secreto que otras denominaciones religiosas sostienen que los católicos “adoramos imágenes”. Para Díaz, decir eso es una distorsión de la Palabra para llevar nuevos adeptos a sus congregaciones. 

El Libro Sagrado se puede conseguir con letras grandes, para facilitar la lectura.

Cuando los católicos estudiemos apologética básica, que es la defensa de la fe, vamos a encontrar un concepto bíblico desde el Arca de la Alianza cuando se hicieron querubines; o al momento en que Moisés levanta la serpiente, esa era otra estatua. Hay múltiples referencias bíblicas de que sí se permiten imágenes, aseguró Díaz.

Sin embargo, nosotros no adoramos imágenes, veneramos imágenes en el caso de María y los Santos; y en el caso de Jesús en la Eucaristía, creemos que su presencia es real.

Quienes critican a los católicos, se refieren al texto “No se hagan imágenes que ocupen el lugar de Dios”, (Éxodo 4.20.46). Pero es que ninguna imagen ocupa el lugar de Dios. Ni el querubín ni la serpiente ni la virgen ni los santos ocupan ese lugar.

Adorar es el grado máximo de alabanza que entregamos a Dios, porque la adoración solo es para Él, resaltó.

Al referirnos a Dios, el término correcto es Yhwh, que al mencionarlo se escucha Yahvé y significa único Dios. El católico no busca traducción (como lo es Jehová), explicó.

 

Llamado a parroquias

El evangelizador está convencido de que cada parroquia tiene que darle el valor al estudio bíblico en todas las pastorales, volver el centro a esa Palabra viva que las ilumine y que ocupe un lugar preponderante dentro de ellas, a través de la Lectio Divina, de cursos bíblicos y jornadas de meditación.

El que quiera leer la Biblia puede empezar desde los evangelios, preferentemente por Lucas, que muestra las características de Jesús. y luego, Hechos de los Apóstoles, que despiertan curiosidad, y después las cartas paulistas, aconsejó el predicador.

 

Una Vitamina para el alma

El párroco Omar Moreno Villalobos, de la parroquia Virgen de Guadalupe de La Chorrera, invita a que veamos que tenemos un alimento hermoso en las Sagradas Escrituras, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Él aboga por leerla toda, “pero qué bueno sería que nos acercáramos a la experiencia de Jesús, nos diéramos cuenta de que es una historia real, que nos regala tranquilidad, paz”.

Párroco Omar Moreno V.

Allí encontramos cómo amar, cómo respetar, cómo perdonar; bellos salmos, como el Salmo 50 (“Misericordia, Dios mío; por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa”). El  Salmo 22 o 23 (“Jesús es mi pastor, nada me falta; me guía, me conduce, me levanta, repara mis fuerzas. Tu bondad y tu misericordia me acompañan”).

Si se dan cuenta, aseguró, allí hay un alimento que no encontramos en ningún otro lado, para el alma, para el corazón.

“Son vitaminas hermosísimas, por eso no perdamos el ánimo”, dijo el sacerdote.

“Hermanos, no perdamos la motivación porque en las Sagradas Escrituras está Jesús, pan de vida, que da la vida y enseña a amar la vida, aseguró.