Como toda enfermedad crónica, inicialmente es una sorpresa para todos cuando son diagnosticados. Algunos reflejan su tristeza con llanto y silencios, otros parecen indiferentes y en algunas ocasiones se tornan molestos y agresivos, así lo manifiesta la doctora Liliana Neil, pediatra endocrinóloga.
Es común ver a los padres o familiares expresando sentimientos de culpa, con miedo al tratamiento o a la enfermedad, si el paciente y su familia no reciben orientación psicológica tiende con el tiempo a la depresión y al desgaste emocional, detalla la médico especialista en diabetes.
Es necesario que haya una terapia de aceptación para los jóvenes y sus familias de alguna manera cambian la vida porque el tratamiento es diario, en ocasiones dos a tres veces al día la aplicación de inyecciones con insulinas además de los controles por punción de los dedos para medir los niveles de azúcar que son de cuatro a siete veces.