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La metodología en el acto catequético

La metodología en el acto catequético

Comisión Arquidiocesana de Catequesis

EN LA CATEQUESIS, LOS MÉTODOS DEBEN MIRARSE CIERTAMENTE COMO INSTRUMENTOS QUE TRANSMITEN LOS VALORES DE LA FE, PERO NO SÓLO ESO. HAN DE CONSIDERARSE TAMBIÉN COMO REALIDADES QUE FORMAN PARTE DEL CONTENIDO DE LA FE.

Todo método catequético es como un testimonio práctico de la manera como se entiende y se vive la fe. Por eso es muy importante que los catequistas revisen muy bien las convicciones cristianas que los mueven en el uso de los métodos. Porque no cualquier método es bueno para educar la fe de la comunidad.

Todos los métodos catequéticos se componen de 3 elementos principales que la catequesis nunca pierde vista:  

Su punto de llegada que no puede ser otro que la formación integral de los creyentes, con base en la conversión a Dios. 

Su proceso, que consiste en los pasos que se dan para llegar a lo que se quiere alcanzar.  

Su punto de partida que se centra en la experiencia de fe del catequista, en el conocimiento de la realidad de los catequizandos y en los medios concretos que se usan.

La combinación sabia e inteligente de estos elementos logrará que los métodos cumplan su papel en la catequesis. Un papel que no los pone nunca como fin en sí mismos, sino como mediadores entre el Dios que se revela y la comunidad que responde con su fe.

La catequesis, desde sus comienzos, ha utilizado muchos y variados métodos para la educación de la fe. En la experiencia catequística de la Iglesia se han formado dos grandes grupos de métodos, dentro de los cuales la catequesis ha ido respondiendo a las necesidades y a las situaciones históricas de los creyentes.

El primer grupo está formado por los métodos que parten de la vida para llegar a la fe (método de Jesús, método de Pablo en el Areópago: ver, juzgar, actuar …).  El segundo grupo lo componen los métodos que parten de la fe para llegar a la vida: exposición del mensaje, enseñanza de la doctrina, desarrollo del primer anuncio del kerigma.

Los métodos han de estar en todo momento al servicio de la vida concreta de las personas, que necesitan crecer en su fe. Los métodos han de ser fieles a la integridad del mensaje cristiano, sin sacrificar aspectos sustanciales en nombre de la adaptación.