Hablar de pedagogía en el ámbito de la catequesis es algo más que referirnos a una cuestión de método o de técnicas. Para comprender el perfil pedagógico de la catequesis debemos buscar en la misma concepción que de ella tenemos. Según el Directorio general para la catequesis, «la concepción que se tenga de la catequesis condiciona profundamente la selección y organización de sus contenidos (cognoscitivos, experienciales, comportamentales), precisa sus destinatarios y define la pedagogía que se requiere para la consecución de sus objetivos» (DGC 35).
La catequesis es fundamentalmente una pedagogía, pero no una pedagogía genérica, sin apellidos, sino una pedagogía para la educación de la fe. Esta pedagogía se fundamenta, por una parte, en la doctrina de la Iglesia y sus fuentes, tales como: Escritura, tradición viva, magisterio, liturgia y testimonio del obrar cristiano.
La pedagogía de Dios en la Biblia es fuente de inspiración para la pedagogía catequética. La salvación de la persona, que es el fin de la Revelación, se manifiesta como fruto de una original y eficaz pedagogía de Dios. «Dios mismo, a lo largo de la historia sagrada y principalmente en el evangelio, se sirvió de una pedagogía que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de la fe» (CT 58).
La experiencia humana en la catequesis ejerce diversas funciones: hace que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen en un cierto deseo de transformar su existencia. La catequesis extrae su contenido de la palabra de Dios. Esta ilumina todo el acto catequético y es
el elemento que da conexión a todos los demás. El catequizando, al entrar en contacto con la Biblia, lo hace dentro de un marco más amplio que es la fe de la Iglesia. La atención a las múltiples y diferentes situaciones de la vida de las personas hace necesario que la catequesis recorra numerosos caminos para alcanzar a la totalidad de sus posibles destinatarios y hacer que el mensaje cristiano y la pedagogía c