La reintegración social, es posible

La reintegración social, es posible

La mayoría de los delincuentes confrontan problemas de adaptación social importantes, que pueden incluir estigmatización y ostracismo familiar y comunitario, y el consiguiente impacto negativo sobre su capacidad para encontrar empleo o vivienda, regresar a la educación formal o crear su capital individual y social.

La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que esto pudiera evitarse si la mayoría de estas personas reciben ayuda para confrontar estos problemas. “Con frecuencia se ven atrapados en un ciclo de integración social fallida, recaída y rechazo social”, así lo manifiestan en su Guía de Introducción a la Prevención de la Reincidencia y la Reintegración Social de Delincuentes.

Se ven confrontados por una gama de desafíos sociales, económicos y personales que tienden a convertirse en obstáculos para su integración social. Algunos de estos desafíos son el resultado del ambiente social, la familia, los compañeros, el abuso de substancias o los bajos niveles de educación.

Pueden tener una historia de marginación social, abuso físico emocional, empleo deficiente o desempleo, y quizás están involucrados en un estilo de vida delictual que comenzó a una edad temprana.

También pueden padecer discapacidad física y mental o problemas de salud, incluyendo aquellos relacionados con el abuso de substancias y la adicción a las drogas.

Programa – Toma mi Mano

El Centro de Orientación y Atención Integral San Juan Pablo II desarrolla el programa “Toma mi Mano” en el Centro Femenino de Rehabilitación Cecilia Orillac de Chiari, en el que participan alrededor de 60 reclusas con de-seos de salir de sus adicciones y recuperar su dignidad.

De este grupo de mujeres que son atendidas todos los jueves, salió una valiente chica que compartió su testimonio para demostrar que sí es posible cambiar de vida, mantenerse sin consumir drogas y aprender a ganarse la vida con honestidad y trabajo.

Testimonio

Tengo 35 años y desde muy joven me inicié en el mundo de las drogas, viví muy malas experiencias durante muchísimos años. Fui hasta abaleada, recibí más de nueve tiros y aún sigo acá viva en este mundo. Caí presa y fui condenada por 10 años, por cometer un delito de robo agravado con arma de fuego.

Estando en el Centro Femenino de Rehabilitación Cecilia Orillac de Chiari, se dio mi cambio. No vamos a decir que mi carácter cambió de la noche a la mañana porque todo ha sido poco a poco, siempre quería imponerme ante las demás, y pensaba siempre en mí.

Un día llegó a la cárcel el Centro San Juan Pablo II y empecé a participar en las charlas que dictaba el Sr. Ariel.

Tiempo después fui beneficiada, me dejaron en libertad luego de recibir la gracia del Perdón Presidencial. Desde entonces asisto a la sede del Centro San Juan Pablo II, he aprendido a comunicarme mejor, a no caer nuevamente, no ha sido fácil, pero ahí vamos. En este mismo lugar comencé a trabajar en la cocina, siendo la principal y ayudaba a otros compañeros que también luchan por recuperarse.

Luego en este mismo lugar me ayudaron a conseguir un mejor empleo, a sacar los permisos correspondientes para poder laborar en el área de cocina. Y así como yo otras mujeres también saldrán adelante.