Su toque melodioso da vida al pueblo de Dios, porque, juntas, marcan el ritmo del día y le proporcionan carácter cristiano.
Eso han hecho, por siglos, las campanas de los templos. Cada toque marca la hora, la alabanza, el duelo, el Angelus, el llamado a la misa o la fiesta patronal.
Sin embargo, hasta ellas, confeccionadas en bronce, sufren las consecuencias del paso del tiempo. Eso sí, duran siglos cumpliendo su misión.
En el Casco Antiguo de la capital, la Iglesia ha tenido que “jubilar” a algunas de ellas, 14 en total. Aquellas que marcaron disciplina y apego, ya no llenan los requisitos para atraer a las masas, más bien ahuyentan a la feligresía con su sonido maltrecho y nada armonioso.
Por eso, dos campanas de la iglesia San Francisco de Asís, tres de La Merced, dos de la iglesia San José y siete de la Catedral Metropolitana fueron sacadas de sus campanarios y guardadas para luego ser exhibidas en el Museo Arquidiocesano, ubicado en la Iglesia La Merced.
Ya cumplieron su misión
Según el párroco Javier Mañas, de la iglesia La Merced, las campanas retiradas de sus campanarios ya no emitían un sonido agradable debido a que están rayadas, partidas o ahuecadas.
Algunas no tenían un badajo o péndulo (con el que se tocan por dentro para hacerlas sonar) adecuado para su tamaño y por eso se rompieron. Además, las fundiciones no resultaron tan buenas como para que tuvieran más tiempo de vida útil.
A una de ellas le cayó un rayo y la partió. Se siguió usando, pero su sonido no era ya melodioso.
A otras se les abrió huecos para colgar el badajo con sogas, o las golpeaban con piedras para hacerlas sonar, con lo que su toque provocaba ruido, más que melodía.
Las campanas son católicas
Sí, las campanas son hijas de la Iglesia, según el padre Mañas. Tanto así, que reciben un bautismo simbólico o ceremonial (no el sacramental). Ellas son bendecidas cuando van a ser colocadas en los campanarios de los templos mediante una ceremonia que solo puede ser oficiada por el Obispo.
En muchos de nuestros pueblos en América y Europa, especialmente en España, los toques indican, incluso, quién murió: un hombre, una mujer o un niño. Cuando se dan tres toques pausados, tristes, es porque murió un varón; si son dos, una mujer, y para los niños hay campanas pequeñas cuyo toque especial anuncia que partió un angelito.
En Panamá, basta trasladarse a Guararé, provincia de Los Santos, durante el Festival de la Mejorana y la solemnidad de la Virgen de La Merced para observar y escuchar el toque muy especial de las campanas de la iglesia. Es toda una tradición.
Allí, una familia entera se ha dedicado de generación en generación a crear melodías para estas fiestas. Sus miembros son los encargados de convocar desde el campanario a cada festividad mediante esos toques melodiosos compuestos para cada ocasión.
En Europa, dice el padre Mañas, existen hasta gremios de personas encargadas de que las campanas hablen, convoquen, modulen y comuniquen. Todo ello, en el marco de actividades y solemnidades eclesiales.
Cada campana cuenta una historia
Poco a poco, todas las campanas de las iglesias del Casco Antiguo serán reemplazadas por otras nuevas.
Cada una de ellas cuenta su propia historia. En este instrumento se puede leer el año de creación, qué empresa o persona la fundió, qué persona la donó y hasta el lugar donde fue confeccionada.
Las catorce que ya han sido retiradas fueron fundidas en Lima, Perú; Nueva York, Estados Unidos, y en España. Las fundidas en Lima son más angostas y con ornamentos en toda su extensión, mientras que las españolas son más anchas y lisas.
La más antigua fue fundida en 1,701, según se puede ver en su inscripción. Hay otras de 1,732 y de 1,801.
Las que estaban en la Catedral fueron mandadas a confeccionar en su momento por Manuel Acuña, en Lima y en Nueva York. Las de La Merced fueron hechas en la Villa de Córdoba.
Pueden ser tocadas electrónicamente, pero también de manera manual. Ellas pueden ser mecidas según su tamaño hasta 360 grados, es decir, toda una vuelta, si son pequeñas, como las que serán colocadas en La Merced. Las de la Catedral, que pueden llegar entre marzo y abril, solo podrán ser movidas hasta 180 grados porque son muy grandes.
Las campanas nuevas llegan a pesar hasta 1,817 kilos, informó el sacerdote mercedario. Para removerlas y colocar las nuevas se utilizan grúas.
El Comité Arquidocesano Amigos de las Iglesias del Casco Antiguo, presidido por Ricardo Gago, se ha encargado del rescate del patrimonio del área, lo que incluye la restauración de las iglesias y la preservación de las campanas para que las futuras generaciones puedan contemplarlas en todo su esplendor en el Museo de la Arquidiócesis de Panamá.