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Listos para abandonar el nido

Listos para abandonar el nido

Justo Pardo Villalaz.

Hacía varios días que no llegaba a la mesa donde yo almorzaba para que le ofreciera comida. La chirigua no fallaba, así que decidí investigar el motivo de su ausencia. No tardé mucho en descubrir que estaba calentando unos huevos, en un nido recién construido entre ella y el macho. Había tres huevecillos celestes con pintitas chocolates y decidí entonces darle seguimiento y así aprender un poco acerca de esta especie.        

A los 14 días nacieron dos pichoncitos y al día siguiente eclosionó el otro huevo.

Cuando yo era niño, mi abuela nos decía que el canto de estas aves era presagio de aguaceros, leyenda que muchos evocan todavía.

Este elegante pájaro, en Panamá tiene varios nombres: chirigua, cas-cás, choroteca, casucha y capisucia. En Costa Rica lo llaman yigüirro y es el ave nacional. En otros países se le conoce como canzontle, mirlo pardo y mirlo huertero.

Su canto es melodioso y de acuerdo con el momento; cuando está en peligro, al buscar a un pichón extraviado, cuando llaman a su pareja, al marcar territorio, pero al amanecer, su trino es muy variado.

Los principales depredadores de sus crías y huevos son los talingos y culebras, que ahuyentan volando cerca de ellos y a picotazos. También persiguen a las iguanas y ardillas, pero no a los ñeques y paisanas que les pasan a su lado en el suelo sin problema.

Construyen sus nidos casi en cualquier lugar, incluyendo: aleros, terrazas, ventanas, maceteros, etc.  

Observé que en momentos en que la hembra está incubando, el macho le lleva alimentos y así no tiene que abandonar el nido por mucho tiempo. Luego se posa en lugares cercanos vigilando que no aparezca ningún intruso peligroso y de ser así, lo persigue hasta muy lejos.

Durante el día cuando llevan alimento a los pichones, lo que hacen unas 20 veces en una hora entre los dos. Su instinto les indica cuál falta por comer y así todos se alimentan por igual. Al principio les dan pequeños insectos y lombrices que consiguen en la tierra, caminando con curiosos saltitos y si la hembra está fuera del nido y empieza a llover, volará hacia él para cobijar a los pichones.

Los dos son casi del mismo color y el macho no abandonará a la hembra hasta que los pichones puedan valerse por sí mismos.

Al convertirse en adultos, se alimentarán con frutas, alguna comida casera, insectos y semillas que mantienen en el buche y regurgitan si quieren comer otro alimento. Estas semillas expulsadas pueden germinar en sitios alejados del lugar de donde fueron tomadas.

En mi seguimiento, también pude darme cuenta que cuando el macho ya ha escogido pareja, marca su territorio entonando fuertes notas especiales y entonces empiezan la construcción del nido, que por suerte para mí, seleccionando una maceta que tengo en un pedestal y así se me facilitó la observación y la toma de algunas fotografías.

Atendiendo al llamado de una ley natural y después de un total 30 días de seguimiento, los pajaritos ya están listos para abandonar el nido y el próximo año serán ellos los nuevos padres y empezará nuevamente el ciclo.

Estas aves pertenecen a la especie «Turdus grayi” y se les puede encontrar desde México hasta Colombia.