,

EL Espíritu da vida

EL Espíritu da vida

Esta tarde, mientras leía los numerales 130 al 133 del Capítulo IV de la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit, vinieron a mi mente todas las grandes cosas que el Espíritu Santo puede hacer en cada uno de nosotros. Es por su gracia que podemos afirmar que Cristo nos ama, nos ha salvado y ¡Él vive! Porque nos lo ha revelado, hecho testigos y nos mueve a anunciarlo; dándonos esperanza, viendo el hoy y mañana como oportunidad para obrar justamente y ser creadores de cosas buenas, gracias al Espíritu que da vida a sueños, emociones, anhelos y virtudes.

Nos mueve a actuar según la voluntad de Dios, y si se lo permitimos, nos toma como instrumentos para guiar a otros, pues nos enseña a ser piadosos. Él nos ayuda a comprender la razón de nuestra existencia, dónde seremos plenamente felices, siempre mirando hacia las cosas eternas, rechazando las ideas de llenar nuestros vacíos con vanidades que el mundo presenta.

Quita de nosotros la incertidumbre y confusión dando sabiduría, entendimiento, consejo y ciencia; nos saca del miedo y desánimo, porque da fortaleza; lo que estaba muerto o pronto a esto, le devuelve a la vida, porque el Espíritu solo sabe ser fecundo y guiar hacia la verdad, para que nuestros pasos no tropiecen, no siendo más esclavos del pecado.

¿Cómo podré dar las gracias al Padre por mi vida, o por quienes me rodean? ¿Si lo cotidiano me da igual, las personas son desconocidos? Es el Espíritu quien hace sobrenaturalizar todo, quien me hace ver lo que el Poderoso ha hecho en mí y me hace decirle PADRE.