Con el lema “No apartes tu rostro del pobre”, el papa Francisco invita a todo bautizado a practicar la misericordia y la caridad con gestos concretos que muestren a los excluidos de la sociedad el rostro misericordioso de Dios.
Por Marianne Colmenárez
Para nadie es un secreto que en el mundo se viven tiempos de crisis acumuladas. Mientras la mayoría de los países tratan de recuperarse de las secuelas provocadas por la pandemia, no dejan de existir guerras, aumento de la movilidad humana, inflación y en Panamá, el conflicto ambiental se ha convertido en el más grande estallido social que ha tenido la nación en las últimas décadas.
Tanto en el ámbito local como mundial, ha acrecentado la pobreza y la desigualdad, y en este contexto la Iglesia católica celebra este domingo 19 de noviembre, la séptima Jornada Mundial de los Pobres.
El papa Francisco, en su mensaje, invita a todos los fieles a reunirse en torno a la mesa del Padre “para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres”.
Exhorta a toda la Iglesia a practicar la misericordia y la caridad con gestos concretos, con la mirada puesta en los enfermos, ancianos, migrantes, indígenas, presos y excluidos de la sociedad.
Ha recordado que resulta fácil “caer en la retórica” al hablar de los pobres, como también “es una tentación insidiosa la de quedarse en las estadísticas y en los números… son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas”.
Maribel Jaén, directora de Pastoral Social Cáritas Arquidiocesana, destaca la importancia de mirar más allá de una condición económica social, “debemos fijarnos en ese grupo que ha sido excluido, que ha sido empobrecido por otros privilegiados que los empobrecen”.
Explica que después de la pandemia, “este modelo ha sido desnudado completamente, cada vez nuestros países están más empobrecidos, porque hay una actitud de mayor codicia, egoísmo y enriquecimiento a costa de la gente, sustraen de sus terrenos los minerales, sin importar cuanto afectan la madre tierra”.
Asegura que la Iglesia, tiene el gran desafío de no solo darle pan a los pobres, sino también preguntarse por qué los pobres no tienen pan.
“Debemos seguir trabajando en las causas que generan el empobrecimiento de las comunidades. No solamente ser anuncio, sino denuncia de tantas injusticias sociales que vive nuestra gente”, manifestó Jaén.
El sacerdote Eric Obaldía, de la congregación Misión de San Vicente de Paúl, explica que existen diferentes rostros de empobrecidos. Para él, “están los presos políticos por gobiernos tiránicos, los migrantes, refugiados, los indígenas y campesinos”.
Aclara que difícilmente se podrá entender el tema de la pobreza, si se ve al hermano vulnerable como un fracasado y atrasado.
“No solo se trata de ayudar al herido de la calle sino también entender ese sistema que produce esos heridos, esos empobrecimientos. Hay que sentarse, escuchar las historias, acompañar, formarse, buscar las causas del problema, construir propuestas; solo hacer caridad no ayuda, la caridad tiene su techo”, señala el padre Obaldía.
El mundo del trabajo
El papa Francisco vuelve enfatizar aquellas palabras de San Juan Pablo II, “el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo”, para recalcar el desorden ético que marca el mundo del trabajo en la actualidad.
Resalta las especulaciones que, en diversos sectores, llevan a un dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes.
“Los salarios se acaban rápidamente, obligando a privaciones que atentan contra la dignidad de las personas”, dijo.
Según datos estadísticos de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura, en Panamá cinco de cada 10 plazas ocupadas son informales, un 48,92 %, lo que equivale a 738000 personas. El informe precisa que la tasa de desocupación entre los jóvenes se ha incrementado, al revelar que uno de cada cinco panameños en edades de 15 a 29 años está desempleado, lo que representa el 54 % del total en todo el país.
“Si en una familia se debe elegir entre la comida para subsistir y las medicinas para recuperar la salud, entonces debe hacerse escuchar la voz del que reclama el derecho de ambos bienes, en nombre de la dignidad de la persona humana”, señala el Santo Padre.
A ejemplo de Tobías
El Santo Padre parte del Libro de Tobías para regalar el lema de esta jornada: «No apartes tu rostro del pobre», (Tb 4,7).
Profundiza en la rica historia de este santo varón que, a pesar de las amenazas del poder y las pruebas, nunca claudicó en su empeño de ayudar al prójimo, siempre enseñó sobre la fraternidad.
En ese sentido, Ariel López, director del Centro San Juan Pablo II, obra de misericordia de la Arquidiócesis de Panamá, manifiesta que la misma preocupación de Tobit es la que debe impulsar a todos los fieles a salir del templo, para realizar una obra de caridad con aquel enfermo o con ese hermano o hermana que vive en situación de calle.
“Como dice el papa Francisco seamos capaces de compartir el almuerzo dominical, después de haber compartido la Mesa eucarística”, dice López.
Desde el corregimiento de Chilibre, la hermana Argelia Quero de la congregación Esclavas de Cristo Rey advierte que, “la solidaridad con los pobres no es una dádiva para los que se consideran inferiores. Tampoco es una tarea sólo para los agentes de pastoral o misioneros”.
Asegura que ofrecer dinero y obras de beneficencia es lo que hacen muchas ONG y los políticos.
“La implicación con la erradicación de la pobreza es un compromiso de todo bautizado y de toda persona de buena voluntad. Más que una tarea específica constituye una actitud, una decisión de saber ponerse al lado de los más frágiles de la sociedad”, dijo.
Para la religiosa es el saber ver, escuchar, compartir en un diálogo de saberes lo que Dios y la vida nos permiten ver y trabajar juntos.
Por su parte, el padre Eusebio Muñoz, párroco de la iglesia La Ascensión del Señor, de Las Mañanitas, comparte que desde la pandemia los Agentes de Pastoral Social han tratado de mantener esa mirada puesta en el pobre.
Están atentos a las necesidades materiales y también espirituales, a la promoción integral de la persona.
“Con disposición y creatividad hemos podido brindar ese acompañamiento, tratando de minimizar ese impacto que produjo la pandemia y ahora la crisis actual con la ayuda de alimentos. Pero también, estamos comprometidos en ayudarles para que cambien su entorno desde la educación, les apoyamos para que culminen su escolaridad y trabajamos en un proyecto que nos permitirá tener una escuela parroquial para los niños de la zona”, destacó el sacerdote.