La Biblia es producto de una labor colectiva. En su composición participaron muchas personas: jefes, legisladores, sacerdotes, escribas, maestros, historiadores, profetas, sabios, poetas, apóstoles, catequistas, liturgos, etc.
En el Antiguo Testamento hay tres grupos de escritores: Los historiadores: Se preocuparon más de escribir la historia del pueblo que de dar sus propios nombres. En la tarea de recopilación, revisión y escritura de las tradiciones recibidas recogieron muchos relatos de la memoria del pueblo y los fueron uniendo, completando o recortando de acuerdo a las necesidades.
Los profetas: Casi no escribieron, sino que se dedicaron a predicar. Fueron sus seguidores quienes pusieron por escrito algunos detalles de la vida de ellos y el mensaje que comunicaron en nombre de Dios.
Los sabios: Fueron recopiladores de la sabiduría popular, de la reflexión sobre la vida cotidiana, de las oraciones que se usaban en la casa o en el templo. Para dar prestigio e interés a sus colecciones, pusieron como autores a personajes famosos, como David y Salomón.
En el Nuevo Testamento, por pertenecer a un periodo histórico más reciente, se da más valor al autor. Podemos clasificar a los escritores del NT en tres grupos, así:
Los evangelistas: ponen por escrito el testimonio de la vida y obra de Jesús. Ellos son: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas.
Los apóstoles, entre ellos Pablo, quien escribió varias cartas a las comunidades y otras fueron atribuidas a él porque se inspiran en su pensamiento.
Otros: Escribieron bajo el nombre de alguno de los apóstoles (Pedro, Santiago, Judas, Juan). Es el caso de las cartas Católicas y del Apocalipsis. Sus autores quedaron en el anonimato.