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¿Por qué los hijos no obedecen?

¿Por qué los hijos no obedecen?

Una tarde de invierno el hijo está por salir y la madre le dice: “Va a refrescar. Cuidado de no resfriarte, ponte un abrigo”. El padre -delante del niño- interviene diciendo: “¡Déjalo que vaya como está! no hace tanto frío. Vas a hacer un débil de este chico”. “¡Claro! -contesta la madre levantando la voz- como no eres tú quien lo cuida cuando se enferma”.
Escenas como estas ponen en evidencia un error que muchos padres cometen en la educación de sus hijos: socavan su autoridad al poner de manifiesto su falta de unión y entendimiento. Esos padres están derribando los pilares de la obediencia filial sin pensar en que mañana se les caerá en techo encima. Los padres que mutuamente han hecho añicos su autoridad, no pueden pretender que sus hijos les obedezcan.
El ejemplo de unidad conyugal facilita la obediencia de los hijos, en cambio, inclinan a la desobediencia los padres que con sus discusiones dan un ejemplo de discordia. En la mente del niño la familia es una unidad y los padres son una sola cosa -como idealmente debe ser-, actitudes opuestas sobre un problema lo desorientan.
No puede haber disensiones entre los padres, y si las hay el niño tiene que ignorarlas. En ningún caso deben discutir en frente de los niños y mucho menos sobre problemas que atañen a su educación. La educación de los hijos debe ser encarada antes del matrimonio. Aquellos padres que no lo hicieron oportunamente deben hacerlo en la brevedad posible.
Si uno de los cónyuges considera equivocada una medida tomada por el otro, no lo contradiga delante del niño. Si cree absolutamente necesario intervenir en ese momento que lo haga con serenidad y prudencia, y solamente para mitigar las consecuencias de lo que él considera un error.
La obediencia se aprende, y debe ser inculcada por los padres. Pero antes de averiguar cómo enseñarle a su hijo a obedecer, es necesario que entienda por qué se porta mal.