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Los jóvenes rinden honores a Panamá con sus talentos

Los jóvenes rinden honores a Panamá con sus talentos

En el mes de noviembre, cuando el país entero se viste de rojo, blanco y azul, los estudiantes panameños se preparan con entusiasmo para rendir honor a la patria a través de la música.

Karla Díaz

En Panamá, este no es un mes cualquiera; las avenidas se llenan de alegría, los colegios afinan sus instrumentos y los jóvenes se convierten en los principales embajadores de los valores patrios. En cada paso, cada toque de tambor y cada movimiento de bandera, late el corazón de una nación agradecida y orgullosa de su historia.

El sonido del orgullo estudiantil

Carla Vásquez, estudiante del Instituto Comercial Panamá, es un ejemplo de dedicación y constancia. Desde el 2022 forma parte de la Banda de Música Jorge Ayala, una agrupación que ha dejado huella en los desfiles patrios del país. Su liderazgo ha sido notable; empezó como subcapitana de batuteras, pasó a capitana y hoy ostenta el honor de ser bastón mayor.“Para mí, marchar no es solo caminar al ritmo de una banda, sino demostrar amor, disciplina, respeto y compromiso hacia mi escuela”, asegura con orgullo.

“Honrar a la nación es un privilegio. Marchar, tocar, ondear la bandera… es sentir el alma de nuestro país vibrar con cada paso”.

“Siempre me llamó la atención la elegancia, la disciplina y el esfuerzo que se reflejan en cada presentación y, desde entonces, supe que quería ser parte de eso”.

Carla explica que cada desfile es una oportunidad para mostrar el espíritu panameño que vive en cada joven. “Honrar a la patria en los desfiles es una forma muy especial de expresar amor y respeto por mi país. No se trata solo de una actividad, sino de sentir orgullo por nuestras raíces y nuestra historia; me hace sentir parte de algo más grande, algo que nos une como panameños”, dice.

Y agrega, motivada, que participar en los desfiles no es solo vestir un uniforme o seguir un ritmo; es una oportunidad para demostrar amor, disciplina y orgullo por Panamá. “¡Honrar a la patria es un privilegio que debe hacerse con el corazón!”.

Una tradición que se hereda y se siente

Por su parte, Sofía Cáceres, estudiante del Colegio María Inmaculada, comparte con emoción la historia de cómo comenzó su amor por las bandas escolares.

Desde pequeña, mientras estudiaba en el Instituto William Heard Kilpatrick, admiraba a las jóvenes que marchaban con porte y elegancia.

Este año, en su nuevo colegio, decidió formar parte de la sección de clarines, un instrumento que tiene un significado especial para ella.

“Mi tía tocaba clarín, y eso siempre me inspiró, sobre todo, porque es un instrumento que pocas mujeres dominan y, la verdad, me siento empoderada.  Además, es una excelente oportunidad para portar mi cinta de cuadro de honor, una forma de mostrar que el esfuerzo de todo un año tiene recompensa”.

Con orgullo, relata que marchar con su colegio representa algo más que una tradición, es un acto de identidad.

 

“Estar entre los tambores siempre me recuerda que soy panameña y que vengo de aquí. No importa dónde esté, cuando escuche una banda de música, siempre voy a sentir que soy de Panamá”, añade.

Sofía también invita a otros jóvenes a participar en estas actividades que, más allá del desfile, dejan enseñanzas profundas.

“Estas actividades te ayudan a ver tu potencial, a crecer como persona y a honrar a tu país. Aprendes disciplina, compromiso y el verdadero significado del trabajo en equipo”, enfatiza.