Los migrantes y la pandemia

Los migrantes y la pandemia

P. José-Román Flecha Andrés

La situación de los emigrantes nunca es tan poética como la pintó Caravaggio en su cuadro de “El descanso en la huida a Egipto”, que se contempla en la galería Doria Pamphilij, de Roma.

Para la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebra el domingo 27 de septiembre de 2020, el papa Francisco ha escrito un mensaje sobre el drama de los desplazados internos y de todos los que han experimentado la precariedad, el abandono, la  marginación y el rechazo a causa del COVID-19.

El mensaje se articula sobre seis parejas de verbos, que se refieren a acciones muy concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto.

  1. Es necesario conocer para comprender. El conocimiento es necesario para comprender al otro. Al hablar de los migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a números. Pero son personas. Si conocemos sus historias, lograremos comprenderlas.
  2. Hay que hacerse prójimo para servir. Los miedos y los prejuicios nos hacen mantener las distancias ante los demás. Con frecuencia nos impiden acercarnos como el buen samaritano y servir a las personas con amor. Estar cerca para servir va más allá del sentido del deber. Basta recordar cómo Jesús lavó los pies de sus discípulos.
  3. Para reconciliarse se requiere escuchar. El amor que reconcilia y salva empieza por una escucha activa. El silencio en tiempo de la pandemia nos dio la oportunidad de escuchar a los más vulnerables y de reconciliarnos con el prójimo, con nosotros mismos y con Dios, que nunca se cansa de ofrecernos su misericordia.
  4. Para crecer hay que compartir. Dios no quiere que los recursos de nuestro planeta beneficien solo a unos pocos. La pandemia nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco. Ver que tenemos las mismas preocupaciones y temores comunes, nos ha demostrado que nadie se salva solo.
  5. Se necesita involucrar para promover. La pandemia nos ha recordado que la corresponsabilidad es esencial. Solo con la colaboración de todos es posible encarar la crisis. Como dijo en su meditación del 27 de marzo, hay que crear espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad y fraternidad.
  6. Es indispensable colaborar para construir. Recordando su mensaje Urbi et Orbi (2.4.2020), afirma el Papa que “este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas”. Necesitamos crecer en la solidaridad global y en el compromiso local, sin dejar fuera a nadie.

El mensaje concluye con una oración en la que el papa Francisco pide al Padre celestial, por intercesión de San José, “la fuerza para seguir adelante, el consuelo en la tristeza, el valor en la prueba”.