La selección del patrono, además de solicitud de protección, es reconocimiento y veneración a su memoria. Cuando el santo es declarado patrono de un evento, los organizadores buscan que los participantes miren el testimonio que dejaron plasmado con sus vidas. Son sobre todo, ejemplos de virtud para los asistentes.
Con motivo de la JMJ contamos con un grupo de santos y beatos que nos ayudarán con sus mejores oficios. En la lista aparece un Papa (san Juan Pablo II), un obispo (beato Mons. Arnulfo Romero), un sacerdote (san Juan Bosco), dos religiosas (Santa Rosa de Lima y la beata María Meneses), un religioso (san Martín de Porres) y dos laicos (san Juan Diego y san José Sánchez del Río).
Así constatamos que nuestros patronos inspiran coherencia entre la fe que profesamos y el testimonio que damos en la sociedad: san Juan Pablo II; defensores de los marginados, los pobres y menos favorecidos como lo hizo el hermano Martín y la hermana María Meneses; santos atrevidos a dar la vida con tal de mantenerse fieles a Jesús como Mons. Romero y el jovencito José Sánchez.
Un sacerdote como Don Bosco cuyo proyecto educativo lo edificó entre los niños de la calle o la hermana Rosa que cuidó a cuanto enfermo encontraba; qué decir de Juan Diego que no pierde ningún sábado su catequesis y la Virgen de Guadalupe le invita a confiar en su cuidado maternal.
El más joven de todos los patronos es san José Sánchez, catorce años le sirvieron para hacerse con la corona del martirio; fue en tiempos de la persecución de los cristianos a principio del siglo pasado en México. La crueldad con que sus verdugos lo lastimaban no logró que este muchacho renegara de Dios.
Los santos patronos para esta Jornada Mundial de la Juventud son gente que vivió tan lejos como hace 400 años o tan cerca como hace 12 años