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Luchar por un mundo más justo

Luchar por un mundo más justo

El funeral por las once víctimas mortales del accidente de bus ocurrido el pasado domingo 5 de marzo en Antón, Coclé, fue presidido por el Padre José March, Párroco de San José. Al mismo acudieron familiares, compañeros, un superviviente y personal de gobierno. La mayor parte de habitantes de Chiriquí Grande se hizo presente como muestra de solidaridad.
Al retrasarse la celebración a causa del mal tiempo que no pudo trasladar los féretros al aeropuerto de Rambala, el párroco tuvo la oportunidad de hablar con los familiares de las víctimas que se encontraban en el salón municipal de Chiriquí Grande. Hizo suyo el dolor de éstos y les consoló brindándoles la ayuda de la gracia y de la Iglesia que intercede por las almas de los difuntos para su salvación; trató de infundirles la fe en la resurrección, la confianza en que las almas de los justos se encuentran en las manos de un Dios de vivos, y la esperanza en la resurrección final.
El gimnasio donde se celebró la misa con los cuerpos presentes, se encontraba repleto de gente. En un ambiente de profundo silencio y de dolor compartido, se nombró a cada uno de los fallecidos, elevando así la oración de intercesión por las almas de los once trabajadores de las comunidades de Las Tablas y Las Delicias (Bocas del Toro) y otros de Silico Greck, río Caña, Punta Alegre, Kusapín y Kankintú (Ngäbe-Buglé).
Se proclamó la Palabra de Dios donde se nos consuela con la certeza de la inmortalidad del alma. El P. José March, en su homilía, que después fue traducida en gnäbere, habló de cómo el amor de Dios por nosotros es tan grande que quiso compartir nuestra humanidad, haciéndose semejante a los hombres en todo, quiso compartir nuestras alegrías y tristezas, nuestras esperanzas y angustias, hasta la misma muerte.
“Cristo nos hace valorar la dignidad de la vida humana, pues es Dios mismo venido en la carne. Pero es hoy, aquí y ahora que sigue compartiendo nuestros sufrimientos y angustias, convenciéndonos que la vida humana es una peregrinación hacia la eternidad, y la muerte un encuentro definitivo con Cristo resucitado”, dijo.
Agregó que el Señor no nos abandona, sino que participa de nuestro trabajo humilde de cada día y nos regala el don de la felicidad eterna.
Terminó la celebración con palabras de despedida y agradecimiento por parte de un representante de los parientes de los difuntos y de los representantes del gobierno. También Monseñor Aníbal se comunicó por las redes sociales manifestando su solidaridad y oración por las víctimas.