A casi un mes de cumplir 21 años de labor ininterrumpida, fieles de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de calle 50 se esfuerzan por mantener activo el comedor Jesús, Pan y Vida.
Por Marianne Colmenárez
Antes de las 6:00 a.m. de los días sábados se ven alrededor de 25 hombres formando una fila a las afueras de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de calle 50. Varios de ellos llevan años asistiendo a esta obra de misericordia sostenida por la Pastoral Social de esta comunidad parroquial.
Como buenos samaritanos, los laicos responsables del comedor llegan antes de que salga el sol con platos de comida caliente, emparedados, bolsas de víveres, artículos de higiene y con el mayor de los entusiasmos para armar las mesas, colocar las sillas y servir a estos estos hermanos que viven en situación de calle.
Sin esperar reconocimientos ni gratitudes, Nereida Barahona, laica fundadora de este comedor, se encarga de servir la sopa del día, para luego tomar la palabra y dar la bienvenida a quienes asisten.
“Estamos muy contentos porque estamos retomando el servicio ofrecido, sirviéndoles la comida en las mesas. Por la pandemia nos vimos en la obligación de solo entregarles la bolsa de alimentos y ellos seguían su camino”, explicó.
Comenta que este comedor lo fundaron seis laicas comprometidas, en la época en la que Monseñor Jorge Altafulla (QEPD) era el párroco. Nereida conoce la mayoría de los beneficiarios y con confianza les pregunta por aquellos a quienes tienen rato sin ver.
Antes de la pandemia, el comedor abría sus puertas los días martes, jueves y sábados. Por ahora se esfuerzan por reactivar el servicio como antes, dando prioridad a los adultos mayores y animando a más fieles que tengan deseos de colaborar.

Requieren más voluntarios.
Generación de relevo
El matrimonio conformado por Marcos y Linda de Moreno son los nuevos coordinadores de este grupo de laicos responsables del comedor, integrado en este momento aproximadamente 15 personas.
“Para nosotros es muy significativo este apostolado, en el que servimos a Cristo y por Cristo. Cada sábado nos llenamos de gozo cuando compartimos ese alimento que Dios provee diariamente y que ellos no lo tienen siempre”, destaca Linda.
En manos de Dios colocan el proyecto de hacer crecer esta obra, que busca ampliar las atenciones que dignificarán la vida de cada uno de estos hermanos.

“Es un regocijo no solo compartir los alimentos, también el poder evangelizarles. En cada uno de ellos vemos el rostro de Cristo”.

“El próximo 16 de enero, el comedor cumple 21 años de fundación. ¡Que alegría verlos entrar a la parroquia como antes!”.