Milagros ocurren a diario en el Centro San Juan Pablo II

Milagros ocurren a diario en  el Centro San Juan Pablo II

“Al final quedan solo ellos dos: el miserable y la misericordia”. Con esta frase inicia su carta apostólica el Papa Francisco, al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, en 2016. 

El Santo Padre habla de la enormidad del Amor de Dios, “sabe leer el corazón de cada persona, para comprender su deseo más recóndito, y que debe tener el primado sobre todo”.

Es un amor que no juzga, sino que tiende la mano.

Viga maestra

Su Santidad entiende que la Misericordia ha de ser la única y mejor expresión del quehacer eclesial, a imitación de su Creador.

“La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”, expresó el Papa en la Bula de convocación del Año Santo (Nº 10), dando por hecho que existe un edificio espiritual al que debemos considerar casa.

Sin misericordia, la Iglesia pierde su razón de ser, nos está advirtiendo Francisco.

Rostro compasivo

Muchas son las expresiones de la Iglesia que peregrina en Panamá, y como bien dice San Pablo en su analogía con el cuerpo, “Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en su lugar es parte de Él (1Cor 12, 27).”

Ninguno es superior al otro, nadie está por debajo en importancia a los ojos del Padre, solo que tienen funciones diferentes.

Las Obras de Misericordia, no obstante, son esa expresión del Amor de Dios que hacen palpable la razón de ser del Cuerpo que tiene a Cristo como cabeza.

En medio de la tormenta

Han sido estas obras las que han “sacado la cara” en estos tiempos difíciles, que viven el mundo y el país de los panameños.

Una de ellas es el Centro San Juan Pablo II, que se dedica a la atención integral de las personas en situación de calle, pero también todo tipo de adicciones y jóvenes en situación de riesgo.

La primera sede abrió hace cuatro años en la calle 32 Este en Calidonia, a un costado del edificio principal de la Lotería, y se ha dedicado a la atención de las personas que viven y duermen en la calle. Con ellos llegaron las personas (hombres y mujeres) que dedican al sexo servicio.

También existe una “sucursal” de los servicios del Centro San Juan Pablo II en Nuevo Veranillo, corregimiento José Domingo Espinar en el distrito de San Miguelito, y se ha dedicado a la atención a mujeres maltratadas. Según explica el director de esta obra, Ariel López, no se puede dar una dirección exacta porque son mujeres protegidas por el Ministerio Público.

Un albergue milagroso 

COMUNIDAD. Hay espacio para 30 residentes. Ya llegaron 28 de ellos.

La obra más reciente de esta iniciativa misericordiosa de la Iglesia es la apertura de un albergue que atiende a personas que antes vivían en las calles y, en algunos casos, quienes fueron abandonados en los hospitales. 

Hasta el 18 de mayo, la acción del Centro se circunscribía a la entrega de comida, medicamentos, evangelización y atención en caso de adiciones, en la sede de Calidonia.

Con la realidad impuesta por la pandemia del nuevo coronavirus, las acciones de Amor de Dios parecían quedarse cortas.

Ya el arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta venía pensando en la necesidad de poner en funcionamiento un albergue para estas personas en situación extrema de calle. El Covid-19 abrió la puerta para acelerar el proceso.

donación. Ricardo Gago, presidente del Club Rotario, entrega una nevera y colchones.

A partir del 18 de mayo pasado, en conmemoración del centenario del nacimiento de San Juan Pablo II, y a cuatro de haber abierto la casa de Calidonia, la Iglesia abrió el albergue en el barrio de Santa Ana, en el sitio donde funcionaba hace años el Colegio San Vicente de Paúl.

Actualmente se atiende a 28 hombres, la mayoría de ellos provenientes de la calle. Ahí dormían y pasaban el día.

Apenas las autoridades políticas y de salud supieron que el albergue estaba en funcionamiento, llegaron con lo necesario para garantizar su sostenibilidad, pero también para llevarles residentes.

Atención integral

siempre hay pan. El buen corazón de los panameños hace posible que no falte el alimento.

En este lugar reciben “los tres golpes” (desayuno, almuerzo y cena), además de 2 meriendas, una en la tarde y otra en la mañana.

En la semana, los residentes hacen parte de un curso de Biblia y apologética. Esto resulta interesante siendo algunos hermanos evangélicos, más cuando unos pocos –en su vida pasada– fueron pastores de las iglesias separadas.

Todas las noches, los residentes gozan de un momento de cine positivo, para que también se entretengan.

Necesidades

Además de los alimentos obvios para cada día, en el albergue urge tener pañales desechables, sillas de ruedas, gasas, esparadrapos y bolsas de colostomía.

También se está gestionando con las autoridades y personas particulares, que vayan a dictarle cursos de manualidades y otras disciplinas que les ayuden a reinsertarse.

INTEGRAL. Durante el día se realizan diversas actividades que le devuelven las ganas de vivir dignamente a estas personas.

También niños

El Centro San Juan Pablo II ha seguido atendiendo en Calidonia, donde a diario le llegan casos de mujeres con hijos, y con hambre.

Llegan y llaman. Casi siempre llorando porque sus niños no tienen qué comer. Por pura providencia, en el lugar encuentran consuelo y alimento. No se sabe cómo se multiplican las viandas. Solo pueden decir que es por pura Misericordia de Dios.