“Ni el pesimismo ni la tristeza deben hacer nido en el corazón de un devoto a Santa María la Antigua”, Monseñor Rafael Valdivieso Miranda.

“Ni el pesimismo ni la tristeza deben hacer nido en el corazón de un devoto a Santa María la Antigua”, Monseñor Rafael Valdivieso Miranda.

Redacción

En solemne eucaristía en Honor a la Patrona de Panamá, Santa María la Antigua, celebrada en la Catedral Metropolitana, el Presidente de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP), Monseñor Rafael Valdivieso Miranda, hizo memoria histórica de la llegada de nuestra fe al Istmo, semilla que se extendió al continente de la mano de la Virgen.

En presencia del Secretario de la Nunciatura, Reverendo padre Gilber Tsogli, el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, y el Obispo de Colón, Monseñor Manuel Ochogavía Barahona, se celebró la creación de la Primera Diócesis en Tierra Firme, y primera advocación mariana en el continente.

Recordó que esta Iglesia particular de Santa María la Antigua, que comprendía un continente desconocido, empezó a desprenderse y multiplicarse para crear otras Diócesis: el 2 de septiembre de 1530, la Diócesis de Méjico; el 21 de junio, la Diócesis de Coro-Venezuela; el 13 de noviembre de 1543, la de León Nicaragua; el 18 del mismo año se creó la Diócesis de Guatemala.

El también Obispo de la Diócesis de Chitré dijo que así fueron naciendo las casi dos mil Iglesias que se encuentran actualmente en el Continente Americano, cuyo nacimiento ciertamente se dio entre luces y sombras, semilla de nuestra fe que fue creciendo y madurándose a través de estos 507 años. 

Concretó que hoy es un día grande para todos los panameños, “de agradecimiento al contemplar toda la obra de Dios en este pueblo orgulloso de pertenecer a esta Iglesia que nació bajo la protección de Santa María la Antigua, un 9 de septiembre de 1513”. 

Al finalizar la Eucaristía envió, a través de Panorama Católico, un mensaje de esperanza en medio de la adversidad, diciendo que ni el pesimismo ni la tristeza deben hacer nido en el corazón de un cristiano maduro, devoto a Santa María la Antigua.

“Frente a lo que nos toca vivir tenemos que ser realista, no fatalista, no debemos de dejar de ver, aceptar, reconocer y celebrar los aspectos positivos que nos pasan”, señaló Monseñor Valdivieso, tras agregar que siempre existen y ocurren eventos diarios, por los cuales podemos dar gracias a Dios”. 

Asimismo, dijo que tenemos a Jesús de nuestro lado, ese amigo que nunca se dio por vencido, y prometió acompañarnos en la aventura de la vida. “La cuarentena por el Covid-19 ha significado una pausa en la vida cotidiana, pero no en la fe, esperanza y Amor de Dios”, indicó. 

Vivamos en la gozosa esperanza de intercambiar con los hermanos, en lo poco que podamos, lo mucho que recibimos cada día de Dios. Tengamos muy presente que el Padre Dios no abandona a quienes sufren. “Jesús sufrió y murió para salvarnos y es nuestra ESPERANZA de que ni el mal, ni el dolor, ni la muerte tienen la última palabra”, acotó.