“Nuestro apostolado consiste, por encima de todo, en permanecer en el corazón de Jesús”, Monseñor José Domingo Ulloa

“Nuestro apostolado consiste, por encima de todo, en permanecer en el corazón de Jesús”, Monseñor José Domingo Ulloa

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La Iglesia Católica se une en oración a otras religiones como respuesta del Santo Padre a la propuesta del Alto Comisionado para la Fraternidad Humana, para que “los creyentes de todas las religiones nos unamos espiritualmente hoy 14 de mayo”.

Hoy es “un día de oración y ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia de coronavirus”, expresó el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa.

También hoy celebramos la fiesta de S. Matías, y Monseñor Ulloa hizo un vistazo a la vida de este apóstol, cuyo nombre significa “don del Señor”. En realidad, este apóstol recibió el don de ser agregado al grupo de los Doce, en remplazo de Judas, para ser con los demás apóstoles, testigo de la resurrección del Señor”, explicó. 

El episodio de hoy nos enseña varias cosas sobre cómo obraron los apóstoles buscando primero la voluntad de Dios, dijo Monseñor Ulloa tras comentar que podemos aprender de ellos, especialmente de Pedro, porque también nosotros podemos encontrarnos en situaciones que tienen semejanza con la que ellos vivieron. Vayamos pues por esos criterios:

“Lo primero es que Pedro ve en lo sucedido el cumplimiento de la Escritura”, agregó, pero también señaló que muchas cosas y muchas voluntades intervinieron en el proceso religioso y en el juicio civil contra Jesús. “Pedro se levanta por sobre todas esas causas segundas y descubre que en el fondo lo que se está realizando es el plan de Dios”, indicó.

“Dios no es un ingenuo, por el contrario, Dios sabe, mejor que nadie, la carga de maldad que puede acumular el alma humana y conoce hasta el fondo, como lo demuestra Cristo Crucificado, el poder de la perversidad”, afirmó.

Lo anterior lo trajo a colación para señalar que no hay que escandalizarse más de la cuenta si vemos que incluso servidores de Dios traicionan a Dios, como lo hizo el Iscariote, y que nada pasa inadvertido a sus ojos y nadie le da sorpresas a Dios. 

Volviendo a Matías relató que vivió con los once el milagro de la Pascua, y con todo derecho podrá anunciar a Cristo, por haber sido espectador de la vida y de la obra de Jesús “desde el bautismo de Juan”.

De Matías no se sabe nada de su actividad apostólica, ni si murió mártir o de muerte natural, porque las narraciones sobre él pertenecen a escritos apócrifos, pero Monseñor Ulloa señaló una la elección del apóstol: no es aquel que primero va, y que nadie puede autoproclamarse apóstol. 

Otra condición importante es que para ser apóstol hay que guardar sus mandamientos. “No podemos ser apóstoles del Señor, si no guardamos su Palabra, porque es la Palabra de Él la que vamos a enseñar, por eso primero hemos de vivirla”, subrayó.

Tampoco podemos ser apóstol de Jesús si no nos amamos. “Podemos ser conocedores de la Ley de Dios, podemos ser buenos predicadores, podemos instruir a muchos, pero no es eso lo que nos hace permanecer en Jesús, lo que me hace auténtico apóstol de Jesús, es cuando nos amamos los unos a otros, afirmó Monseñor Ulloa.

Asimismo, señaló que el fruto del amor, de la alegría, de la paz, es el fruto de llevar la Palabra de Dios a los corazones, pero solo produciremos frutos verdaderos si permanecemos en Jesús.

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

JUEVES V PASCUA

Mons. José Domingo Ulloa M.

Hermanos y hermanas:

 Recordemos hoy: “Como la oración es un valor universal” el Santo Padre aceptó la propuesta del Alto Comisionado para la Fraternidad Humana para que “los creyentes de todas las religiones nos unamos espiritualmente hoy 14 de mayo”.

Cada uno reza como sabe, cómo puede, según su propia cultura. No estamos rezando unos contra otros, esta tradición religiosa contra esta, ¡no! Todos estamos unidos como seres humanos, como hermanos, rezando a Dios, de acuerdo con la propia cultura, de acuerdo con la propia tradición, de acuerdo con las propias creencias, pero hermanos y rezando a Dios, esto es lo importante: ayunando, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados, para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que el Señor nos perdone, para que el Señor detenga esta pandemia.

Hoy es un día de hermandad, mirando al único Padre, hermanos y paternidad. Día de oración”.

En “un día de oración y ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia de coronavirus”.

Todos los creyentes juntos, creyentes de diferentes tradiciones, para rezar, ayunar y hacer obras de caridad”.

Hoy celebramos la fiesta de S. Matías, cuando se celebra la conmemoración de un santo, me gusta echar un vistazo a lo que sé de él, porque la vida de los santos es uno de los métodos más sencillos para entender y comprender el evangelio hecho verdad, acción y realidad.

Matías, un nombre muy común entre los hebreos, significa “don del Señor”; en realidad este apóstol recibió el don de ser agregado al grupo de los Doce, en remplazo de Judas, para ser con los demás apóstoles y testigo de la resurrección del Señor.

El episodio de hoy, en que se trata de buscar quién debía reemplazar a Judas Iscariote en el grupo de los Doce, nos enseña varias cosas sobre cómo obraron los apóstoles buscando primero la voluntad de Dios. Es interesante aprender de ellos, especialmente de Pedro, porque también nosotros podemos encontrarnos en situaciones que tienen semejanza con la que ellos vivieron. Vayamos pues por esos criterios.

Lo primero es que Pedro ve en lo sucedido el cumplimiento de la Escritura. Muchas cosas y muchas voluntades intervinieron en el proceso religioso y en el juicio civil contra Jesús. Pedro se levanta por sobre todas esas causas segundas y descubre que en el fondo lo que se está realizando es el plan de Dios.

Dios no es un ingenuo que se la pase imaginando historias rosadas donde nadie se equivoca, ni tiene malas intenciones.

Por el contrario: Dios sabe, mejor que nadie, la carga de maldad que puede acumular el alma humana y conoce hasta el fondo, como lo demuestra Cristo Crucificado, el poder de la perversidad. Más esa corrupción de nuestra naturaleza no detiene el designio de Dios, y eso es lo que ha llegado a entender Pedro. Dios es más grande que nuestras traiciones y sabe sacar bienes de los males.

Por eso no hay que escandalizarse, más de la cuenta, si vemos que incluso servidores de Dios traicionan a Dios, como lo hizo el Iscariote. Nada pasa inadvertido a sus ojos y nadie le da sorpresas a Dios.

El estilo de Jesús

Lo segundo que hace Pedro es acudir al criterio de Jesús, es decir, el respeto por el número doce. Este número es importante no como quien distribuye las vicepresidencias de una gran compañía, sino como un mensaje, como un símbolo que habla del Nuevo Israel. Jacob tuvo doce hijos, cuenta el libro del Génesis.

Los Doce, ese grupo cercano al Mesías y testigo de su mensaje, son una opción de Jesús, y Pedro la respeta. La maldad de uno no destruye la bondad de la idea de Jesús, y es esa idea, ese mensaje del Señor, es lo que Pedro quiere que se respete con toda su fuerza de significado.

Oración

Los apóstoles no eligen ellos, propiamente hablando. El relato es muy preciso: oraron diciendo: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, señala a cuál de estos dos has elegido.  Así como saben que el pasado está en manos de la sabiduría de Dios que sacará bienes de los males, así están convencidos de que el futuro pertenece a Dios, y por eso no quieren imponer su decisión sino buscar la decisión de Dios.

Ahora bien, la oración tiene un punto de partida: Presentaron a dos: a José, apellidado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. ¿Quiénes fueron los que presentaron a estos dos candidatos? Obviamente, los miembros de la comunidad, es decir, esos cerca de 120 hermanos de que habla el relato al principio.

El punto de partida de la oración es lo que nosotros conocemos y lo que a nosotros nos preocupa; pero el desenlace de la oración es lo que no conocemos y sólo Dios conoce; lo que no encontramos y que sólo Él puede darnos.

Matías vivió con los Once el milagro de la Pascua, y con todo derecho podrá anunciar a Cristo, por haber sido espectador de la vida y de la obra de Jesús “desde el bautismo de Juan”.

 Esta era la primera condición que proponía Pedro, que hasta el día de hoy sigue siendo válido para todo apóstol:  ser testigo, es decir tener una experiencia transformante, la segunda y la tercera serán el llamamiento divino y la invitación, y que vemos en la oración del colegio apostólico: “Muéstranos, Señor, a quien has elegido”.

De Matías, no se sabe nada de su actividad apostólica, ni si murió mártir o de muerte natural, porque las narraciones sobre él pertenecen a escritos apócrifos

Lo que si nos enseña la elección de Matías es que el apóstol no es aquel que primero va, apóstol es aquel que primero viene al Señor. Y que nadie puede autoproclamarse apóstol.

Otra condición para ser apóstol es guardar sus mandamientos. No podemos ser apóstoles del Señor, si no guardamos Su Palabra, porque es la Palabra de Él la que vamos a enseñar, por eso primero hemos de vivirla.

El apóstol de Jesús vive y guarda los mandamientos de Él, porque es así como el Padre, Jesús, la Trinidad permanecen en nosotros.

Sabemos que el primer y esencial mandamiento es amar a Dios, pero el ordenamiento en la vida es ese: “Este es mi mandamiento: amar unos a otros, así como yo los he amado”.

No podemos ser apóstol de Jesús si no nos amamos. Podemos ser conocedores de la Ley de Dios, podemos ser buenos predicadores, podemos instruir a muchos, pero no es eso lo que nos hace permanecer en Jesús, lo que me hace auténtico apóstol de Jesús, es cuando nos amamos los unos a otros. No hay otro mandamiento u otra exigencia tan importante para el apóstol que ésta: amarnos los unos a los otros.

 

“Nadie tiene amor mayor que aquel que da su vida por los amigos”. Jesús dio la vida por Sus amigos y nosotros, que lo seguimos a Él y somos Sus apóstoles, también necesitamos aprender a dar nuestra vida por los otros.

 

“No fuiste tú que me elegiste, pero fui yo que te elegí y te he designado para ir y para que produzcas fruto y vuestro fruto permanezca”. Nuestro apostolado necesita ser un apostolado fructífero.

 

Miremos para un árbol: si plantamos un árbol en nuestra casa, esperamos que ella dé frutos. ¡Qué belleza cuando vemos dar los primeros frutos! Que emoción. Después de regar y cuidar de aquel árbol, y ver dar frutos.

No podemos esperar otra cosa de nuestra vida en Dios, aún que no produzcamos frutos.

Es el fruto del amor, de la alegría, de la paz, es el fruto de llevar la Palabra de Dios a los corazones, pero solo produciremos frutos verdaderos si permanecemos en Jesús.

Por eso, nuestro apostolado consiste, por encima de todo, en permanecer en el corazón de Jesús.

 PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ