La Iglesia también tiene necesidades y gastos con lo que sola no puede sustentarse, es por ello por lo que se ha tomado esta práctica que viene desde épocas antiguas.
La praxis de la limosna dada al sacerdote, con el fin de que la celebración de la Misa esté ligada a un determinado fin se remonta al siglo II y se difundió por toda la Iglesia en época medieval. El Derecho Canónico trata sobre la materia y regula la aceptación, la administración y el uso de las limosnas relativas a las intenciones de la Misa. En este sentido, la EC es clara: la limosna es un medio de sustento para el clero “quedando excluido todo concepto de pago de precio y de contravalor pecuniario al sacrificio celebrado o aplicado”.

Como todo, la Iglesia también tiene necesidades y gastos con lo que sola no puede sustentarse, es por ello que se ha tomado esta práctica que viene desde épocas antiguas, para poder contribuir con estas necesidades y con el mantenimiento del templo.
No veamos las ofrendas como un signo obligatorio, sino como gratitud.
La corresponsabilidad es un concepto espiritual que va más allá del dinero, se trata del entendimiento de que todo lo que tenemos viene de Dios y que tenemos una necesidad de compartirlo con otros, por medio de nuestro tiempo, talento y tesoro.
No veamos las ofrendas como un signo obligatorio sino, como un signo de gratitud. Mientras que comprendemos más profundo que todo lo que tenemos viene de Dios, nuestra gratitud crece. Con Dios puesto en primer lugar, todo lo demás sigue.