Es importante conocer el ambiente donde se va a desarrollar la labor evangelizadora. No podemos pretender que vamos a cambiar las cosas de un día para otro. El paso más importante es el de ver y escuchar la realidad antes de tomar cualquier decisión pastoral. Conocer a la gente, sus actividades, alegrías, tristezas, esperanzas, su religiosidad, su lengua. Porque si llegamos a un lugar imponiendo nuestros criterios ya estableceremos una barrera entre ellos y nosotros. Hay que crear un clima de confianza, de que se den cuenta de que pueden contar con nosotros en sus luchas y dificultades de la vida.
Estar con la gente en sus actividades, con las familias cuando nos inviten a almorzar o hablar con ellos a pesar de que estemos cansados por el trabajo del día. Siempre será una oportunidad para llevar ese primer anuncio sobre todo a aquellos miembros de la familia que están distanciados de la Iglesia. Todo con respeto a sus ideas. No podemos caer en la tentación de imponer nuestros criterios sino que, en un clima de diálogo, ir dándole luces para que pueda reflexionar sobre aquellos asuntos que les causa desagrado.
En nuestras propias parroquias hay posibilidades de encontrarse con los alejados sobre todo en los funerales. Los funerales, de personas o familiares que no viven su fe pueden ser un poco incómodos porque no dicen nada en la misa, no cantan, no responden a las oraciones, etc. Pero es un momento clave, vital, de gracia ya que la mayoría están alejadas de la Iglesia y una buena homilía que lleve ese primer anuncio lograría cumplir el cometido de esparcir la semilla del Reino para que a su tiempo de frutos en los corazones de aquellos hombres. Hay que tener cuidado de no caer en la tentación de que en la homilía se lance dardos venenosos de crítica, regaños por estar alejados de la Iglesia.
El encuentro con los jóvenes también es importante. Hay que acompañar y que nuestra cercanía sea el inicio de ese primer anuncio al sentirse ellos importantes para alguien, que hay alguien que se preocupa por ellos y participa de sus actividades. Hay que tener cuidado de no regañar, sino que hay que llevar también palabras de esperanza en ese ambiente juvenil.