Comisión Arquidiocesana de Catequesis
LA PRÁCTICA GENERALIZADA DEL BAUTISMO DE NIÑOS, HACE QUE LA CONVERSIÓN Y LA FE, ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL SACRAMENTO, SE REALICEN PARCIALMENTE EN ESTOS BAUTIZADOS; DE ALLÍ LA NECESIDAD DE CONTINUAR EL PROCESO DESPUÉS DEL BAUTISMO.
El catecumenado es propiamente el tiempo que precede al bautismo de adultos; sin embargo, esto no impide que en el caso del bautismo de niños, se tenga un proceso de catecumenado posbautismal, pues en todos los casos, niños y adultos, la fe debe crecer después del bautismo mediante un proceso catequético. Y, como afirma el Directorio General para la Catequesis (DGC 68) “esta riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a las demás formas de catequesis”. Y es que el catecumenado es un proceso creado por la Iglesia de los primeros siglos, para permitir a los interesados llegar a ser cristianos auténticos, siendo el camino conducente a la verdad del ser cristiano y de la pertenencia a la comunidad eclesial.
La gradualidad, característica del proceso de catecumenado, facilita el descubrimiento y el recibimiento del don de la fe y de la gracia de la salvación, pues permite la manifestación del misterio del amor de Dios. Y, gracias a la acogida y al acompañamiento que le brinda la comunidad, conjuntamente con los catequistas, el párroco y el obispo diocesano, el candidato llega a completar su aprendizaje y es iluminado para renunciar a lo antiguo y comenzar a vivir la novedad de la vida en Cristo.
Es por ello que “el Bautismo de niños exige un catecumenado posbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona”, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1231). No se trata de repetir estrictamente la catequesis prebautismal, pues hay que reconocer el carácter de bautizado del niño, pero si debe inspirarse en los elementos que configuran el catecumenado, ya que el niño todavía tiene que «hacerse cristiano» y adquirir conciencia de su pertenencia a la Iglesia.