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Proporcionan luz y vida a quienes han permanecido en la oscuridad

Proporcionan luz y vida a quienes han permanecido en la oscuridad

Después de 37 años, no se cansan de extender sus manos para ayudar a ancianos abandonados, y les siguen repartiendo comida caliente a personas en situación de calle en barrios de la capital, entre ellos, Calidonia y Santa Ana.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

Es una obra de misericordia que lleva luz a personas que han vivido en la oscuridad y sin familia. También les cambia la vida porque al ser acogidas en un hogar, se les brinda alimento para el cuerpo y el alma.

Así es como nace el nombre de Asociación Luz y Vida, cuyo hogar para ancianos abandonados está ubicado en Paraíso, Ancón, ciudad capital.

 

Cumple 37 años manteniendo un hogar para adultos mayores que han estado en situación de calle e indigencia.

 

Esta organización sin fines de lucro, que nació a la luz de la Iglesia católica, es llevada adelante por 23 socias permanentes que están siempre dispuestas a recaudar fondos, a tocar puertas, a servir al necesitado, a ser constantes en ese servicio y a trabajar con honradez y con el compromiso de que esta obra continúe.

También hay socias que, por razones de salud, no están activas, pero apoyan la causa.

Se dividen en comisiones de trabajo para asignarse las tareas en todas las áreas que maneja la obra, siempre bajo el paraguas de lo que consideran un tesoro: el Manual de Procesos Administrativos y Operativos. En él se basan para trabajar de manera eficiente, ordenada, bajo los términos legales y cumpliendo con los estatutos de la agrupación para que los donantes y colaboradores sepan en qué se utiliza el dinero que aportan.

Estas damas adquieren los fondos mediante actividades, como bingos, cenas de gala, alcancías y cuotas mensuales.

Tienen benefactores que aportan de manera constante, cuyo dinero entra en el presupuesto anual, y otros que las ayudan de manera intermitente.

 

El Hogar

Tiene capacidad para 36 residentes. Es una obra iniciada el 13 de mayo de 1987 en la Ciudad de Panamá, por el padre Rómulo Emiliani, quien les inculcó a las hoy socias que es necesario ayudar a los que menos tienen. Así empezaron a visitar las  calles de Calidonia, Santa Ana y el antiguo mercado público, los lunes, miércoles y viernes, para llevar comida a los ancianos en situación de calle y abandonados.

Salían “armadas” con platos de comida.

Dos años después, la Iglesia, a través del entonces arzobispo de Panamá, Marcos Gregorio McGrath, les cedió una casa en San Felipe, construida en 1915, cerca del mercado público. Fue restaurada y allí instalaron un hogar para estas personas donde se les brindó abrigo, acompañamiento, alimentación, atención médica y apoyo espiritual, día y noche, durante 20 años.

Cuentan con transporte propio para movilizar a los ancianos.

Sin embargo, aquella vieja casa ya requería de mucho dinero para mantenimiento, por lo que la Iglesia autorizó su venta, no sin antes adquirir un terreno donado por la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI) en Paraíso, a fin de construir el nuevo hogar.

Así se hizo, y hoy, 37 años después, residen 20 ancianos que no tienen familia, en instalaciones amplias, seguras, con dormitorios limpios y ordenados, enfermería, sala de fisioterapia, salas comunes, comedor, cocina, depósito, amplios portales, patio, terraza y una capilla. Todo en un terreno de más de 4 mil 100 metros.

El personal, entre terapistas, administrativos, de salud, auxiliares y socias, atiende de manera diligente a aquellos seres con andaderas, bastones, sillas de rueda o, simplemente con sus años a cuestas y que, gracias a esas manos amigas, viven sus días con dignidad, acompañados y amados por una familia sin lazos de sangre, pero sí de amor al prójimo.

 

Terapia de alma y cuerpo

Agustín González, asistente administrativo y subadministrador de la Asociación Luz y Vida, manifestó que él también colabora con la parte espiritual al percatarse de la necesidad que tienen los señores de llenar sus vacíos y el perdón interior.

Tienen terapistas para ayudarlos a mantener su salud física y mental.

Da catequesis, celebra las solemnidades; coordina las eucaristías y las horas santas para ayudarlos a alimentar su espíritu “porque necesitan fortaleza de alma” en sus vidas, explicó González.

Mientras tanto, un curioso residente llamado Euribiades informaba, mientras le hacían su terapia, que él es muy católico y venera a la virgen María. Estoy contento de estar aquí porque a mí me gustan los lujos, estoy muy bien atendido con alimentación y con la vestidura”, concluyó.

En tanto, la licenciada Dayana Urriola, su terapista, explicó que a los residentes les realiza terapias de activación y cuidados, ejercicios isométricos, así como caminatas para fortalecer sus articulaciones y la fuerza muscular.

Lo que se busca es mejorar su calidad de vida para que sean independientes, hasta donde sea posible.

 

Si desea donar a esta obra, puede hacerlo al Banco General, Cuenta Corriente: #03-05-01-002112-4. Cuenta de Ahorros: #04-05-01-005550-7 Yappy directorio: asocluzyvida.

 

Ama al prójimo como a ti mismo. 

Belinda de Chen
«Somos las manos de Dios. En el mundo hay muchas heridas por aliviar y nosotros queremos hacerlo con amor».
Ema de Alvarado
«Aquí comparto con los benefactores la esencia de sentirnos como ángeles en la tierra. Ellos son nuestros ángeles».
Poli de Molina
«Cuando visito a los ancianos, me agradan que me saludan con una sonrisa, porque saben quién soy para ellos».